Abundéis más y más

“Por lo demás, hermanos, os rogamos y exhortamos en el Señor Jesús, que de la manera que aprendisteis de nosotros cómo os conviene conduciros y agradar a Dios, así abundéis más y más. Porque ya sabéis qué instrucciones os dimos por el Señor Jesús; pues la voluntad de Dios es vuestra santificación; que os apartéis de fornicación; que cada uno de vosotros sepa tener su propia esposa en santidad y honor; no en pasión de concupiscencia, como los gentiles que no conocen a Dios; que ninguno agravie ni engañe en nada a su hermano; porque el Señor es vengador de todo esto, como ya os hemos dicho y testificado. Pues no nos ha llamado Dios a inmundicia, sino a santificación”.

1 Tesalonicenses 4:1-7


Pablo describe a una iglesia joven que ya mostraba un amor genuino por Dios. Sin embargo, él les recuerda que la vida cristiana es un camino de crecimiento continuo. La comodidad o la aceptación del pecado no debe tener lugar en la vida de un cristiano. No importa cuánto hayamos avanzado, siempre hay un “más” en Dios: más obediencia, más amor, más madurez, más semejanza a Cristo.


Tres áreas esenciales de la vida cristiana son: agradar a Dios, vivir en santidad y dar buen testimonio andando en integridad.


Necesitamos agradar a Dios cada día; nuestras vidas deben hablar de lo que honramos a nuestro Señor. Pablo anima a los creyentes a seguir progresando. Agradar a Dios no es una meta que alcanzamos una vez, sino un estilo de vida. Cada día trae nuevas decisiones, y cada decisión puede ser una expresión de amor hacia Él. Pero también pueden ser decisiones que arruinan o perjudican nuestra relación con Él.


Pregúntese: ¿Estoy viviendo hoy de una manera que refleja mi deseo de agradar a Dios? ¿Mis decisiones y acciones muestran que estoy viviendo bajo la voluntad de Dios?


Pablo es claro: nos dice cuál es la voluntad de Dios para cada cristiano: “la santificación”. Dios desea nuestra santificación. No es un llamado rígido ni de condenación, sino un privilegio de vivir apartados para Él. Le pertenecemos desde el momento en que aceptamos el perdón de pecados y la vida eterna que Él ofrece. Ser apartados para Él nos protege, pero también debe darnos ánimo, especialmente considerando que el mundo acepta la “cultura desordenada”, es decir, la aceptación de pecados como la fornicación y el adulterio. Dios nos invita a cultivar pureza, dominio propio y honor.


Él nos llama a no dañar a otros, a actuar con integridad y a recordar que el llamado a la santidad proviene directamente de Dios. Rechazar ese estándar es rechazar al mismo Dios, Quien nos da Su Espíritu para ayudarnos.


Pregúntese: ¿Estoy cuidando mi corazón, mis pensamientos y mis acciones para honrar a Dios en pureza? ¿Soy un joven o una joven que está andando en pureza? ¿En mi matrimonio hay pureza? ¿Enseño a mis hijos o alumnos a andar en pureza?


La iglesia en Tesalónica ya era conocida por su amor fraternal, pero Pablo los anima a abundar más. El amor cristiano nunca llega a un límite; siempre hay más gracia que dar, más manos que extender, más corazones que consolar.


Finalmente, Pablo nos recuerda que una vida ordenada —trabajar, ser responsables, mantenernos en lo nuestro, cumplir nuestras labores— también es parte del testimonio cristiano. Nuestro comportamiento cotidiano puede abrir puertas para compartir a Cristo o cerrarlas; usted decide.


Hoy usted puede abundar más y más en la vida cristiana; puede crecer un poco más que ayer y seguir abundando.


Pregúntese: ¿Mi manera de trabajar, hablar y vivir inspira respeto y refleja a Cristo ante quienes me rodean?


Video de hoy: https://youtu.be/p1SQ97e73SU


Leer: 1 y 2 de Tesalonicenses y Proverbios 27 

¿Desde cuándo deseaba Dios nuestra salvación?