Alabando a Dios al medianoche
“Pero a medianoche, orando Pablo y Silas, cantaban himnos a Dios; y los presos los oían”.
Hechos 16:25
Cuando pensamos en Acción de Gracias, muchas veces imaginamos momentos felices, abundancia, celebraciones y bendiciones visibles. Sin embargo, en Hechos 16 encontramos una verdad mucho más profunda: la oración, la alabanza y la gratitud no son solo para los días soleados, sino también para las noches más oscuras. Pablo y Silas estaban heridos, encarcelados injustamente y sin ninguna garantía de un mañana mejor. Sin embargo, allí, en la medianoche de su dolor, eligieron orar y cantar. Eligieron agradecer y exaltar al Señor antes de que el milagro llegara.
Acción de Gracias no se basa en nuestras circunstancias, sino en nuestra confianza en Dios. No se trata de lo que vemos, sino de en Quién creemos. Pablo no esperaba a que las cadenas cayeran para cantar; él cantó mientras las cadenas todavía estaban puestas. Esto nos recuerda que podemos agradecerle a Dios antes de que Él abra las puertas, antes de que la situación cambie, antes de que el milagro aparezca. Podemos expresar gratitud por Su fidelidad aun cuando no entendemos Su plan.
Y lo más hermoso es que, muchas veces, Dios obra con más poder cuando la alabanza es más difícil. La alabanza en la comodidad es valiosa, pero la alabanza en el sufrimiento es transformadora. Es en las medianoches de la vida donde la fe se afirma, donde nuestra relación con el Señor se profundiza, y donde nuestra confianza en Su carácter se vuelve más fuerte que cualquier circunstancia.
Quisiera invitar a la iglesia, en este Domingo de Acción de Gracias, a hacer dos cosas. Primero, a alabar a Dios aun en su circunstancia más difícil hoy. Tal vez usted está viviendo su propia “medianoche”: una prueba, una pérdida, un temor, una preocupación profunda. No espere a que todo mejore para adorar. Ofrézcale hoy una alabanza que nace de la fe, no de la comodidad.
Y segundo, le invito a mirar hacia atrás en este año. No solo agradecer por los momentos hermosos, sino también por los tiempos de sufrimiento. Porque han sido precisamente esos tiempos los que han fortalecido su comunión con Dios. Han sido esas noches oscuras las que han revelado Su fidelidad. Han sido esas batallas las que han probado que Él nunca lo dejó solo y que Su gracia siempre fue suficiente.
Hoy celebramos Acción de Gracias no porque todo en nuestra vida sea perfecto, sino porque servimos a un Dios perfecto. Un Dios que está presente tanto en la luz como en la medianoche. Un Dios digno de toda alabanza, aun antes del milagro.
Que este día sea una oportunidad para decir: “Señor, no solo te agradezco por lo que has hecho, sino por Quién eres”. Y que, como Pablo y Silas, alabemos a Dios aun en la medianoche, con la certeza de que Él está obrando, aunque todavía no lo podamos ver.
Leer: Hechos 15-16; Proverbios 23
Anotar algunas veces que Dios dijo "no" en una circunstancia en la lectura de hoy.
