Verdaderamente éste era Hijo de Dios

“El centurión y los que estaban con él guardando a Jesús, visto el terremoto, y las cosas que habían sido hechas, temieron en gran manera, y dijeron: Verdaderamente éste era Hijo de Dios”.

Mateo 27:54


Aquel centurión romano había visto muchas muertes. Había presenciado incontables crucifixiones, y conocía bien el sonido de la desesperación, el odio o la resignación de los condenados. Pero este Hombre era diferente. Jesús no maldijo a nadie, no se defendió, no rogó por Su vida. En cambio, oró por Sus enemigos: “Padre, perdónalos, porque no saben lo que hacen” (Lucas 23:34).


Mientras el cielo se oscurecía y la tierra temblaba, el corazón endurecido del soldado comenzó a ablandarse. Había escuchado las burlas de la multitud, había leído la inscripción sobre la cruz: “Jesús, Rey de los Judíos” (Mateo 27:37). Pero cuando todo terminó —cuando Jesús exclamó con voz fuerte “Consumado es” (Juan 19:30) y entregó Su espíritu voluntariamente— el centurión no pudo negar más lo que había visto: este Hombre no era como los demás. Él era verdaderamente el Hijo de Dios.


Qué trágico y a la vez qué esperanzador reconocer que aquel soldado llegó a esa conclusión justo después de la muerte del Señor. Fue como si sus ojos se abrieran demasiado tarde. Sin embargo, incluso en ese momento, la gracia de Dios estaba obrando —porque la cruz de Cristo sigue abriendo ojos y corazones endurecidos.


Hoy, la misma pregunta llega a nosotros: ¿Cree usted que Jesús es verdaderamente el Hijo de Dios? Y si lo cree, ¿está viviendo como alguien que lo cree?


Creer en Jesús no es solo aceptar un hecho histórico; es rendirle el corazón, reconocer Su autoridad sobre nuestra vida y caminar en obediencia a Su Palabra. “Mas a todos los que le recibieron, a los que creen en su nombre, les dio potestad de ser hechos hijos de Dios” (Juan 1:12).


Si realmente creemos que Él es el Hijo de Dios, entonces vivimos con propósito, con esperanza y con humildad ante la cruz. Ya no podemos permanecer indiferentes. La fe genuina transforma la manera en que pensamos, amamos, y servimos. ¿Cree usted que Jesús es el Hijo de Dios?


Leer: Mateo 27; Marcos 15; Proverbios 13

Cuando usted mira la cruz, ¿qué ve?

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