Lo que vale la pena

“Y Jesús les dijo: De cierto os digo que en la regeneración, cuando el Hijo del Hombre se siente en el trono de Su gloria, vosotros que me habéis seguido también os sentaréis sobre doce tronos, para juzgar a las doce tribus de Israel. Y cualquiera que haya dejado casas, o hermanos, o hermanas, o padre, o madre, o mujer, o hijos, o tierras, por mi nombre, recibirá cien veces más, y heredará la vida eterna”.

Mateo 19:28–29


Seguir a Jesús exige un corazón dispuesto a soltar lo que impide avanzar espiritualmente. A veces eso significa dejar un tipo de pecado, comodidades, relaciones o metas personales. Pero cada renuncia tiene sentido cuando se hace por Su nombre, reconociendo que al final se hallará fruto eterno como recompensa.


Jesús promete que nadie que haya renunciado por Él quedará sin recompensa. Lo que el mundo considera pérdida, Dios lo convierte en ganancia eterna. Su fidelidad se multiplica “cien veces más” en gozo, propósito y bendiciones eternas; pero, sobre todo, en traer a otros a los pies del Señor. ¡Qué gozo!


Jesús anuncia que llegará el día en que Él se sentará “en el trono de Su gloria”. Allí todo será restaurado, y quienes Lo siguieron con fidelidad compartirán Su autoridad y Su gozo eterno.


“Muchos primeros serán postreros, y postreros, primeros”. Esta frase nos recuerda que en el Reino de Dios los valores son opuestos a los del mundo. La grandeza no está en ser visto, sino en servir. Dios mira el corazón y exalta a quienes Lo buscan con sinceridad.


Más allá de toda recompensa, Jesús ofrece el mayor regalo: vida eterna con Él y el gozo de servirle. Esa es la meta final de nosotros, Sus discípulos: seguirle, servirle y compartirle con otros. En el cielo permaneceremos con Cristo por siempre, donde no hay pérdida, ni llanto, ni separación.


Seguir a Cristo cuesta, pero Su recompensa es incomparable. Las pruebas son temporales, pero la gloria que nos espera es eterna. En el Reino de Dios, la humildad es grandeza, el sacrificio se transforma en gozo, y sin duda vale la pena quitar todo aquello que nos estorba para un día estar con el Señor.


Hoy es un buen día para renunciar a todo aquello que le estorba en su vida cristiana. Deje que el Espíritu Santo haga una obra trayendo convicción sobre todo lo que es erróneo o incorrecto en su vida; quítelo y sustitúyalo por la Palabra del Señor. Vale la pena, pues la recompensa está en el cielo.


Leer: Mateo 19, Marco 10 y Proverbios 31

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