La invitación rechazada

Mateo 22:1–14 y Marcos 12:1–12


En tiempos de Jesús, una boda no era un evento de unas pocas horas; era una celebración de varios días. Las familias preparaban con meses de anticipación: comida abundante, música, vestidos nuevos, lámparas encendidas toda la noche. Cuando llegaba el día, el anfitrión enviaba a sus siervos a invitar personalmente a los invitados. Todo estaba listo: solo tenían que venir. No había que pagar nada, solo aceptar la invitación y vestirse con la túnica que el anfitrión proveía a cada huésped como símbolo de honor y pureza.


Pero Jesús contó que, en esta boda, los invitados rechazaron venir. Algunos se burlaron, otros siguieron con sus negocios, y otros incluso maltrataron y mataron a los siervos que llevaban el mensaje. Aun así, el rey, lleno de gracia, extendió la invitación a otros: a los que estaban en los caminos, a los que no merecían estar allí, pero que fueron vestidos por Él.


El vestido de bodas simboliza la justicia de Cristo —no algo que uno trae consigo, sino lo que el Anfitrión ofrece. Todo está preparado, todo es provisto. Solo hay que venir y aceptar con humildad.


Luego, en Marcos 12, Jesús habló de otro anfitrión: un dueño de viña que la plantó con cuidado, la rodeó de un vallado y la arrendó a labradores. Esperaba fruto, pero cuando envió a sus siervos a recogerlo, fueron golpeados, humillados y muertos. Finalmente, envió a Su Hijo amado, pensando: “A mi Hijo respetarán”. Pero los labradores dijeron: “Este es el heredero; venid, matémosle”.


Ambas historias nos revelan el mismo corazón: un Dios generoso, paciente, amoroso, que invita y ofrece todo. Y, al mismo tiempo, nos muestran la insensatez humana de rechazar una gracia tan abundante. El Señor no pide grandes logros ni riquezas; solo que aceptemos Su invitación y recibamos Su justicia. Lo que Él ofrece es un banquete de perdón, comunión y vida eterna. Lo que pide es que dejemos nuestro orgullo afuera y entremos vestidos de Su gracia. ¿Está usted vestido con Su gracia hoy?


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Leer: Mateo 22; Marcos 12; Proverbios 4

¿Qué dio la viuda pobre en el templo, y por qué Jesús dijo que había dado más que todos los demás?