La fe y la incredulidad
“Y muchas veces le echa en el fuego y en el agua, para matarle; pero si puedes hacer algo, ten misericordia de nosotros, y ayúdanos. Jesús le dijo: Si puedes creer, al que cree todo le es posible. E inmediatamente el padre del muchacho clamó y dijo: Creo; ayuda mi incredulidad”
Marcos 9:22-24
Leí algo interesante sobre los impalas africanos. Estos grandes animales tienen piernas poderosas, tanto que pueden dar un salto de más de diez pies de altura y avanzar más de treinta pies. Dado a esta habilidad tan increíble para saltar, uno pensaría que sería necesaria una jaula altísima para poder tener uno en un zoológico. Pero un cerco de unos pocos pies de altura los puede tener encerrados, mientras no puedan ver lo que hay del otro lado de ese cerco. El impala no va a brincar si no sabe donde va a caer.
A veces nos parecemos a esa criatura, solo queremos ejercitar nuestra “fe” si sabemos cuál va a ser el resultado. Pero la fe verdadera no se basa en lo que vemos. ¿Cuántas veces hemos estado en la cautividad de los miedos de la vida cuando habiendo confiado en Dios, hubiésemos vivido en la libertad que Él provee?
Mientras Jesús estaba en el monte de la transfiguración, un padre angustiado trajo a su hijo poseído a los discípulos. Les pidió que lo sacaran de él pero no pudieron. Cuando Jesús regresó, el hombre fue a Él por ayuda. Jesús le dijo que su hijo podía ser libre si “puedes creer”. En respuesta el hombre reveló un problema que muchos de nosotros hemos tenido, tenía fe pero también dudaba. En su desesperación le expresó su fe a Jesús y le pidió que le quitara la incredulidad. Jesús le respondió sacando el demonio y restaurando a su hijo. Cuando actuamos con fe, Dios obra.
Principio de renovación de hoy: Escuche a la fe en lugar de al miedo, y se dará cuenta que esta crecerá y el miedo irá disminuyendo.
10 de noviembre - LEER - Juan 16-18
En Juan 18, un siervo del sacerdote estaba seguro que había visto a Pedro en el Jardín con Jesús. ¿Por qué estaba tan seguro?