Debéis perdonarle y consolarle
“Así que, al contrario, vosotros más bien debéis perdonarle y consolarle, para que no sea consumido de demasiada tristeza”.
2 CORINTIOS 2:7
Pablo reconoce que la ofensa cometida en la iglesia no solo lo hirió a él, sino que afectó a toda la congregación. Cuando alguien cae, todos sentimos el impacto. Cuando un hermano sufre, toda la iglesia sufre. No caminamos solos. Somos parte de un cuerpo, y lo que vivimos —para bien o para mal— influye en el crecimiento espiritual de otros.
Pablo dice: “Le basta esta reprensión hecha por muchos”. La disciplina bíblica no busca destruir, sino restaurar. Cuando la corrección produce arrepentimiento, ha cumplido su propósito. Dios no disciplina para castigar, sino para sanar.
Pablo también advierte que el arrepentido puede ser “consumido de demasiada tristeza”. Alguien que reconoce su falta no necesita cargas adicionales, sino ánimo y apoyo. La culpa prolongada puede convertirse en un peso difícil de llevar.
Por eso se ruega a la iglesia: “Confirmad el amor para con él”. El perdón no es solo palabras; es acompañar, incluir y caminar juntos hacia una recuperación espiritual. La restauración es una expresión visible del amor cristiano.
“Al que vosotros perdonáis, yo también”. Pablo muestra que el perdón debe ser un esfuerzo unido. Cuando todos avanzamos en el mismo espíritu, la iglesia refleja la gracia de Cristo de manera más clara. Pablo aclara que perdona delante del Señor, obedeciendo Su dirección. Esto nos recuerda que el perdón es una decisión que honra a Dios, incluso cuando requiere esfuerzo emocional de nuestra parte.
El perdón también protege el corazón: “Para que Satanás no gane ventaja… pues no ignoramos sus maquinaciones”. La falta de perdón abre espacio a emociones y actitudes que debilitan el espíritu. En cambio, perdonar ayuda a mantener un ambiente saludable dentro del cuerpo de Cristo.
En este día, pídale a Dios sabiduría para manejar cualquier situación no resuelta en su corazón. Él es quien trae restauración y guía. En Sus manos encontramos redención y paz. Recuerde: perdonar no es señal de debilidad; es una victoria espiritual. Cada acto de perdón abre puertas a la gracia, fortalece la unidad y refleja el corazón de Cristo.
(No hay video hoy.)
Leer: 2 Corintios 1–4 y Proverbios 4
Según la lectura, ¿qué mata y qué vivifica?
