El amor que nunca se rinde
“El amor es sufrido, es benigno; el amor no tiene envidia, el amor no es jactancioso, no se envanece; no hace nada indebido, no busca lo suyo, no se irrita, no guarda rencor; no se goza de la injusticia, mas se goza de la verdad. Todo lo sufre, todo lo cree, todo lo espera, todo lo soporta”.
1 Corintios 13:4-7
En 1990, Robertson McQuilkin era el respetado presidente del Columbia International University en Carolina del Sur. Tenía 62 años, estaba en la cima de su ministerio y era invitado a predicar por todo el mundo.
Pero su esposa, Muriel, con quien llevaba 42 años casado, empezó a olvidar. Primero fueron las llaves, luego los nombres de sus hijos, después incluso quién era él. El diagnóstico fue implacable: Alzheimer en fase temprana y avanzando rápido.
Los médicos le dijeron a Robertson: “Pronto ella ya no reconocerá a nadie. Puedes contratar enfermeras, seguir con tu trabajo y visitarla de vez en cuando”.
El 2 de marzo de 1990, Robertson subió al podio de la capilla universitaria y leyó su carta de renuncia:
“Recientemente ha quedado claro que Muriel está más contenta cuando estoy con ella… y yo estoy más contento cuando estoy con ella. La decisión fue fácil: ella me ha cuidado toda la vida; ahora me toca a mí cuidarla a ella”.
Durante los siguientes 12 años, hasta que Muriel murió en 2003, Robertson nunca salió más de unas pocas horas. La bañaba, la vestía, la alimentaba y le cantaba himnos antiguos mientras ella sonreía sin entender las palabras. En los últimos años Muriel ya no hablaba, pero cuando él entraba a la habitación, sus ojos se iluminaban y apretaba su mano.
Ese es el amor de 1 Corintios 13 hecho carne:
- Sufrió largo tiempo sin quejarse.
- Fue benigno cuando ya no recibía nada a cambio.
- No tuvo envidia de los que seguían en el ministerio activo.
- No se envaneció ni buscó lo suyo.
- No se irritó, aunque ella a veces lo empujaba sin querer.
- Todo lo sufrió, todo lo creyó, todo lo esperó, todo lo soportó.
Y cuando le preguntaban cómo podía hacerlo, Robertson respondía: “Esto no es sacrificio. Es privilegio. Ella me dio 42 años de amor perfecto; ¿cómo no le voy a dar yo los últimos 12?”
El amor verdadero no es un sentimiento que aparece cuando todo va bien; es una decisión que brilla cuando todo se pone oscuro. Hoy Cristo nos pregunta: ¿Está usted dispuesto a amar así? ¿A sufrir largo tiempo por alguien que tal vez nunca se lo agradezca? ¿A creer y esperar cuando ya no hay señales de cambio?
Porque ese es el amor con que Él nos amó primero: cuando éramos indiferentes, cuando Lo rechazábamos, cuando no podíamos devolverle nada… Él todo lo sufrió, todo lo creyó, todo lo esperó, todo lo soportó.
¿Hay alguien en su vida a quien le cuesta amar “cuando ya no hay nada a cambio”? ¿Qué área del amor de 1 Corintios 13:4-7 necesita pedirle al Espíritu Santo que haga crecer en usted esta semana? ¿Cómo puede demostrar hoy, con un acto concreto, que el amor de Cristo vive en usted?
Video de hoy: https://youtu.be/PW7PmTQtRB4
Leer: 1 Corintios 12-14; Proverbios 2
¿A qué comparó Pablo los instrumentos musicales en el contexto?
