Amándonos demasiado


“En el mismo tiempo mi razón me fue devuelta, y la majestad de mi reino, mi dignidad y mi grandeza volvieron a mí, y mis gobernadores y mis consejeros me buscaron; y fui restablecido en mi reino, y mayor grandeza me fue añadida. Ahora yo Nabucodonosor alabo, engrandezco y glorifico al Rey del cielo, porque todas sus obras son verdaderas, y sus caminos justos; y él puede humillar a los que andan con soberbia” 

Daniel 4:36-37


Vivimos en una sociedad que se centra obsesivamente en que la gente comience a sentirse bien y a amarse a si mismos. En realidad el verdadero problema de la gente no es una falta de autoestima, sino todo lo contrario. Nuestro orgullo y autosuficiencia están directamente vinculados con nuestra naturaleza pecaminosa; solo Dios es digno de adoración, pero pensar en esto no detiene la tentación de buscar alabanza y atención para nosotros mismos. Una de las mejores defensas contra el orgullo es mantener el amor de Dios en nuestros corazones.

Hay un ejemplo maravilloso de la vida de William Carey. En un momento cuando pocas personas tenían interés en la obra misionera, él tenía una carga en su corazón por llegar a aquellos que nunca habían oído hablar del Evangelio, fue un hombre brillante que habló a casi dos docenas de lenguas y dialectos diferentes. Carey fue reconocido como uno de los padres del movimiento moderno de las misiones. Aún a pesar de todo el éxito y la aclamación que obtuvo, Carey seguía siendo un hombre humilde. Se dice que en una cena que se realizó en su honor, alguien le preguntó, “¿Usted fue zapatero alguna vez?” Carey respondió, “No, nunca fui zapatero, solo reparador de zapatos”. Mientras el mundo se esfuerza por obtener la atención y el aplauso, nuestro enfoque debe estar firmemente en honrar y glorificar a Dios en lugar de amarnos a nosotros mismos o de preocuparnos por la alabanza de los hombres.


Principio de renovación de hoy: Un buen amor por Dios evitará que el corazón sea alzado por el orgullo.


09 de octubre - LEER - Mateo 20-21


¿Por qué quitó Jesús algunas personas del templo?