El Espíritu de Jehová
“Y la mujer dio a luz un hijo, y le puso por nombre Sansón. Y el niño creció, y Jehová lo bendijo. Y el Espíritu de Jehová comenzó a manifestarse en él en los campamentos de Dan, entre Zora y Estaol”.
Jueces 13:24-25
Sansón fue el hijo de una promesa, el ángel de Jehová lo anunció, y los padres obedecieron para que este bebé fuera nacido bajo la Palabra de Dios. Este bebé fue dedicado a Dios, aun antes de nacer.
En las primeras menciones de la vida de Sansón notamos que él era parte de una promesa—él libertaría y ayudaría al pueblo de Israel, que en ese momento se encontraban bajo las manos y mando de los filisteos. Dios les dio a Sansón, un niño y hombre que creció bajo la voluntad y poder del Señor, andando con el Espíritu de Jehová.
Sansón tenía atributos buenos y únicos, pero no por quien era él, sino porque el Espíritu de Jehová estaba en él. Ninguno de sus logros fue por sí mismo, todo fue por Dios. Su hazaña con el león solo mostró la fuerza del Señor en él, su enigma mostró, la inteligencia del Señor y no la suya propia. Su liderazgo se llevó acabo porque él era sensible al Espíritu de Jehová, es decir Sansón era Sansón porque el Espíritu estaba en él.
En su humanidad Sansón, se equivocaba o deslizaba en su andar, pero mayormente su vida estaba dirigida por el Espíritu de Jehová. Nótese que se ha mencionado muchas veces el Espíritu de Jehová, ¿por qué? La respuesta es simple, no hay nada que Sansón pudiera lograr o hacer sin la dirección de Dios. En su humanidad y propia voluntad, Sansón no podría derrotar a un depredador como el león. Su inteligencia y atributos realmente provenían del Señor.
Más adelante en la historia va a ver que el Espíritu de Jehová ya no estaba con él. Su fuerza, atributos, inteligencia o sabiduría ya no eran iguales, porque él se apartó de la presencia de Dios. Su historia comenzó como alguien grande e increíble, fuerte y único, pero no es así como terminó la historia. A veces vivimos como Sansón, comenzamos a crecer espiritualmente, lo que hacemos en la obra del Señor nos da gozo, somos animados para vivir para Cristo, tenemos integridad y lo que hacemos es bendecido porque lo hacemos bajo la voluntad de Dios y porque somos sensibles al Espíritu de Jehová.
Solo podemos trabajar en la obra del Señor si andamos con Él. Si estamos en Su obra pero no andamos con Él, jamás vamos a producir fruto, porque no se trata de nosotros sino de Cristo en nosotros. Las personas no deben mirarnos, ellos deben mirar a Cristo en nosotros, por nuestro hablar, andar, hacer y por como actuamos aún cuando nadie está mirando. El Espíritu de Dios está exactamente dónde usted lo dejó… ¿está con usted ahorita mismo? O lo dejó olvidado en su pecado, su tristeza, o su pasado.
No podemos vivir una vida en la que dejamos olvidado al Espíritu de Jehová o el fin de nuestra historia será trágico y triste. Este día decida andar con el Espíritu de Jehová en usted, permita que Él dirija su vida. Hoy es un buen día para ser sensible al Espíritu de Jehová.
Leer: Jueces 13-15 y Proverbios 4
¿Cuáles fueron las consecuencias después de las acciones de Timnateo y la respuesta de Sansón?