Gozo
"Regocijaos en el Señor siempre. Otra vez digo: ¡Regocijaos!”
Filipenses 4:4
La carta a los Filipenses es conocida como la epístola del gozo. Esto resulta sorprendente cuando recordamos que Pablo la escribió desde la prisión. No estaba rodeado de comodidades, ni celebrando victorias visibles, y aun así repite una y otra vez palabras como “gozo” y “regocijaos”. Esto nos enseña una verdad fundamental: el gozo bíblico no nace de las circunstancias, sino de una relación viva con Cristo.
Filipenses nos muestra claramente de dónde viene el gozo. Pablo declara: “Regocijaos en el Señor siempre. Otra vez digo: ¡Regocijaos!” (Filipenses 4:4). El gozo no se origina en lo que sucede a nuestro alrededor, sino “en el Señor”. Cuando Cristo es el centro de nuestra vida, el gozo permanece aun cuando el entorno es difícil. Pablo tenía cadenas, pero su corazón estaba libre porque su gozo estaba anclado en Cristo.
También aprendemos cuándo está presente el gozo. En Filipenses, el gozo aparece en medio del sufrimiento, del servicio, de la obediencia y de la comunión con otros creyentes. Pablo se goza al ver a Cristo proclamado, aun cuando otros lo hacen con malas intenciones. Se goza al pensar en la obra de Dios en los filipenses. Se goza incluso al considerar su propia entrega por el evangelio. El gozo no espera el momento perfecto; el gozo acompaña al creyente que camina con Dios, aun en tiempos imperfectos.
Y, sobre todo, Filipenses nos enseña quién es la fuente del gozo. No es la salud, no es la estabilidad, no es la ausencia de problemas. El gozo fluye de Cristo mismo. En Filipenses 2, Pablo nos presenta a Jesús, quien se humilló, se hizo siervo y obedeció hasta la muerte. Este mismo Cristo es exaltado y glorificado. En Él encontramos el gozo verdadero: un gozo que nace del amor sacrificial, de la esperanza eterna y de la certeza de que Dios está obrando Su plan.
Aquí es donde Filipenses se conecta de manera hermosa con la Navidad. La Navidad nos recuerda que el gozo entró al mundo cuando Cristo nació. Los ángeles anunciaron “nuevas de gran gozo” porque el Salvador había llegado. No era un gozo superficial, sino la alegría profunda de saber que Dios había cumplido Su promesa y había venido a habitar entre nosotros. Ese mismo Cristo que nació en un pesebre es el Señor en quien Pablo se regocija desde la prisión.
En esta temporada navideña, es fácil confundir el gozo con emociones pasajeras, reuniones o regalos. Sin embargo, Filipenses nos recuerda que el verdadero gozo permanece aun cuando las celebraciones terminan. Cristo es la fuente del gozo en diciembre y en cada mes del año. Si Él está con nosotros, el gozo es posible.
Que hoy podamos recordar esta verdad: el gozo no depende de lo que tenemos ni de lo que falta, sino de Aquel que vino al mundo por amor. Cristo nació, Cristo vive y Cristo reina. En Él encontramos un gozo que nadie puede quitar.
Video de hoy: https://youtu.be/OY23EunebYE
Leer: Filipenses 1–4; Proverbios 17
Según Filipenses, ¿por qué el gozo del creyente no depende de las circunstancias?
