Solo obedecer

“Respondiendo Simón, le dijo: Maestro, toda la noche hemos estado trabajando, y nada hemos pescado; mas en tu palabra echaré la red”.

Lucas 5:5


Pedro era un pescador experimentado. Él sabía que la mejor hora para pescar era de noche, cuando los peces subían a la superficie. También sabía que lo mejor era pescar cerca de la orilla, no en aguas profundas. Por eso, cuando Jesús le dijo: “Boga mar adentro, y echad vuestras redes para pescar”, Pedro tenía muchas razones para no obedecer. Él ya lo había intentado con todas sus fuerzas, en el momento y lugar correctos, y no había resultado. Humanamente, no tenía sentido. Pero Pedro decidió confiar en la palabra de Jesús por encima de su experiencia y su lógica. El resultado fue un milagro: una multitud de peces que llenó las redes hasta casi romperse.


Este pasaje nos recuerda una verdad espiritual: la bendición llega después de la obediencia. La Escritura nos enseña que no tenemos que entender todo, ni sentir ganas, ni discutir, ni quejarnos, ni razonar, ni dudar. Lo que Dios espera es que confiemos y obedezcamos.


En nuestras relaciones, la Palabra dice: “Soportándoos unos a otros, y perdonándoos unos a otros” (Colosenses 3:13). Cuando obedecemos a Dios y seguimos sus mandatos de amar, perdonar, ser pacientes y mantener el orden que Él estableció, las cosas comienzan a acomodarse. Puede que no veamos el cambio inmediato, pero cuando perdonamos aunque no sintamos hacerlo, cuando amamos al que no lo merece, Dios honra nuestra obediencia con paz y restauración.


En nuestras finanzas, la Biblia enseña: “Honra a Jehová con tus bienes, y con las primicias de todos tus frutos; y serán llenos tus graneros con abundancia, y tus lagares rebosarán de mosto” (Proverbios 3:9-10). Dios nos llama a darle lo primero a Él, no lo que sobra. El diezmo y la ofrenda son actos de obediencia y fe: confiamos que, al entregar lo primero, el Señor multiplicará y suplirá lo que necesitamos. La bendición no viene antes, sino después de obedecer.


En nuestras decisiones, el Señor nos instruye: “Reconócelo en todos tus caminos, y él enderezará tus veredas” (Proverbios 3:6). La Palabra de Dios nos llama a buscarlo primero, a pedir consejo sabio y a dejarnos guiar por Su Espíritu. Cuando seguimos ese orden, aunque a veces no coincida con nuestra lógica o deseos, Él nos da paz y abre las puertas correctas.


En nuestra vida diaria, Dios también nos pide obediencia en lo pequeño. La Escritura dice: “El que es fiel en lo muy poco, también en lo más es fiel” (Lucas 16:10). Decir la verdad aunque parezca más fácil una mentira, trabajar con excelencia aunque nadie esté mirando, orar aunque estemos cansados, servir aunque no recibamos reconocimiento —cada acto de obediencia abre camino para que Dios obre en nosotros y a través de nosotros.


Pedro recibió su milagro de peces porque obedeció. Tuvo que soltar su experiencia, su razonamiento y sus fuerzas, y confiar únicamente en la palabra de Jesús. Así también nosotros: si queremos la bendición, debemos obedecer antes de verla. El milagro siempre está del otro lado de la obediencia. ¿En qué área de tu vida necesitas dejar de razonar, dejar de retrasar y simplemente obedecer lo que Jesús ya te ha dicho?


Video de hoy: https://youtu.be/pqF6LMBefpI


Leer: Mateo 4, Lucas 4-5; Proverbios 5

¿Quiénes eran los compañeros de Pedro que también participaron en la pesca milagrosa?