Creciendo como Jesús

“Y Jesús crecía en sabiduría y en estatura, y en gracia para con Dios y los hombres”.

San Lucas 2:52


El evangelio de Lucas nos muestra un retrato único de la infancia y adolescencia de Jesús. Aunque era el Hijo de Dios, también pasó por un proceso de crecimiento humano, igual que nosotros. Este versículo es un resumen de su desarrollo integral: intelectual, físico, espiritual y social. Para nosotros es una guía práctica para vivir una vida equilibrada y agradable a Dios.


Jesús creció en sabiduría (intelecto), en estatura (salud física) y en gracia (relación espiritual). Esto nos enseña que nuestra vida cristiana debe buscar equilibrio: cuidar la mente, el cuerpo y el alma. Todo va junto, y cuando se descuida una de estas áreas ocurren muchas cosas que nos sacan de balance.


El versículo subraya que Jesús crecía “en sabiduría”. Esto implica disciplina, aprendizaje y obediencia a Dios. También nos llama a formarnos espiritualmente y en conocimientos útiles. Jesús no solo aprendía las Escrituras, también crecía en comprensión y discernimiento. La sabiduría es más que conocimiento; es saber aplicar los principios de Dios en la vida diaria. Si alguien quiere sabiduría, debe pedirla, pero más allá de eso, debe leer Su Palabra, porque ahí está la fuente de la sabiduría real.


Jesús cultivaba una relación íntima con el Padre. Su prioridad era agradar a Dios antes que a los hombres. Así también debemos buscar vivir nosotros.


La frase “en estatura” habla de su desarrollo físico. Dios nos da un cuerpo para servirle; debemos cuidarlo con responsabilidad, alimentación, descanso y hábitos sanos. El cuerpo es el templo donde el Espíritu Santo mora. ¿Por qué querría el Espíritu Santo habitar en un templo enfermo, sucio y descuidado? Él quiere que usemos nuestro cuerpo para honrarle y glorificarle.


Jesús crecía en gracia “para con Dios” y, como resultado, también “para con los hombres”. Nuestra prioridad debe ser agradar a Dios, y eso impactará positivamente nuestras relaciones con los demás.


Así como Jesús pasó por etapas de crecimiento, nosotros debemos permitir que Dios forme nuestro carácter poco a poco. No es instantáneo; es un proceso. El resultado natural de caminar con Dios es una vida que influye positivamente en los demás. Jesús inspiraba respeto y amor en quienes le rodeaban.


Hoy puede preguntarse: ¿Estoy creciendo en sabiduría? ¿Dedico tiempo a la Palabra de Dios? ¿Cuido mi cuerpo como templo del Espíritu Santo? ¿Mi prioridad es la gracia con Dios o la aprobación de los hombres? ¿Cómo están mis relaciones? ¿Reflejan el carácter de Cristo?


Jesús nos dio Su ejemplo desde pequeño. Todavía podemos aplicar Sus principios, porque Él dejó el modelo de cómo vivir para glorificar a Dios en todo.


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Leer: Mateo 1; Lucas 2; Proverbios 2

“Según la Biblia, ¿cuántas generaciones hay desde Adán hasta Jesús?”