La persistencia del enemigo

“Pero el pueblo de la tierra intimidó al pueblo de Judá, y lo atemorizó para que no edificara. Sobornaron además contra ellos a los consejeros para frustrar sus propósitos, todo el tiempo de Ciro rey de Persia y hasta el reinado de Darío rey de Persia”.

Esdras 4:4-5


Esdras 4 nos muestra una realidad innegable: toda obra de Dios enfrentará oposición. Los judíos, al regresar del exilio, tenían el mandato y el deseo de reconstruir el templo, pero pronto se encontraron con enemigos que trataron de desanimarlos, intimidarlos y detener lo que Dios les había encomendado. La persistencia del enemigo tenía el objetivo de destruir y parar la obra de Dios. Este capítulo nos enseña que el camino de la obediencia nunca está libre de obstáculos, pero también nos asegura que Dios es más grande que toda oposición.


Cuando decidimos honrar a Dios con nuestras acciones, obedecer y seguir Su voluntad, muchas veces surge oposición. El enemigo no está contento cuando avanzamos en nuestra fe, cuando crecemos, o cuando rendimos nuestras vidas al Señor. La oposición no significa necesariamente que estamos equivocados; muchas veces es una señal de que vamos en la dirección correcta.


“Vinieron a Zorobabel y a los jefes de casas paternas, y les dijeron: Edificaremos con vosotros, porque como vosotros buscamos a vuestro Dios, y a él ofrecemos sacrificios desde los días de Esar-hadón rey de Asiria, que nos hizo venir aquí…” (v.2). No toda oferta de ayuda viene con buenas intenciones. El pueblo discernió que esos hombres no buscaban honrar a Jehová, sino infiltrar y debilitar la obra. Muchas veces el enemigo se disfraza de aparente apoyo. Por eso, necesitamos discernimiento para no aceptar toda ayuda ni todo consejo que parezca bueno, sino examinar si realmente glorifica a Dios y viene de Él. Debemos tener cuidado también de no prestarnos nosotros mismos a las “obras” de Satanás; a veces nuestro pecado o malas intenciones frenan la obra del Señor.


Los opositores usaron amenazas, manipulación política e incluso cartas al rey para frenar el proyecto. Y lo lograron por un tiempo: la construcción se detuvo por varios años. Sin embargo, la historia demuestra que ninguna fuerza humana puede frustrar los planes eternos de Dios, ni el mismo Satanás. En el tiempo de Dios, Él levantó a los profetas Hageo y Zacarías para animar al pueblo y reanudar la obra (Esdras 5). Lo que parece detenido, Dios lo levanta en su momento. ¡Estamos en el lado ganador!


El pueblo dejó de construir por años debido al miedo y la presión. En nuestra vida, el desánimo puede paralizar nuestro crecimiento espiritual o nuestra obediencia: por miedo, por la crítica, burlas y los ataques recurrentes del enemigo. Satanás sabe que no siempre puede destruirnos, pero sí puede intentar detenernos. Por eso necesitamos mantener los ojos puestos en Dios, no en las circunstancias, sino en Él.


- Espere oposición en su vida, familia o ministerio; no se sorprenda, es parte del proceso de obedecer a Dios.

- Pida discernimiento para no aceptar toda “ayuda” sin evaluar su verdadero propósito.

- No permita que el desánimo le detenga. Una pausa no significa derrota; Dios sigue teniendo el control.

- Recuerde que las decisiones humanas nunca podrán cancelar lo que Dios ya ha planeado; Su obra siempre se lleva a cabo.


Este día mantenga en mente que, cuando enfrente oposición, no debe sorprenderse: es señal de que está avanzando en la obra de Dios. El enemigo es persistente; regresará y querrá que usted abandone la obra del Señor, pero no le dé el gusto. Siga adelante en el ministerio, invirtiendo en su matrimonio, sus hijos y en otros.


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Leer: Esdras 4-6; Salmo 137 y Proverbios 18

Pregunta: ¿Quién dio la orden para que la casa de Dios siguiera siendo reconstruida?