La provisión divina de Dios
”Y todos los que estaban en sus alrededores les ayudaron con plata y oro, con bienes y ganado, y con cosas preciosas, además de todo lo que se ofreció voluntariamente”.
Esdras 1:6
En el libro de Esdras encontramos una historia poderosa de restauración y fe. Después de décadas de exilio en Babilonia, donde el pueblo de Israel había perdido su templo, su libertad y hasta los utensilios sagrados, Dios intervino de manera sorprendente. No usó a un profeta o a un líder judío para iniciar el cambio, sino a un rey extranjero: Ciro de Persia. Este monarca, conquistador de Babilonia, no solo permitió que los judíos regresaran a Jerusalén para reconstruir el templo, sino que devolvió todos los utensilios preciosos que habían sido robados por Nabucodonosor. ¡Qué ironía divina! Dios utilizó a un rey de un imperio nuevo para corregir el mal causado por un reino completamente diferente. Esto nos recuerda que los planes de Dios trascienden las fronteras humanas y las expectativas lógicas.
Pero la provisión no se detuvo allí. Ciro no solo dio órdenes; animó a otros a unirse. En Esdras 1:4, el rey insta a que se provea a los retornados con plata, oro, bienes y ganado. Y en el versículo 6 vemos el resultado: los vecinos y alrededores respondieron generosamente. No fue una obligación forzada, sino una respuesta voluntaria, impulsada por el Espíritu de Dios. Personas que quizás no eran parte del pueblo elegido se involucraron, contribuyendo con recursos valiosos para financiar la obra de Dios. Esto ilustra un principio eterno: cuando Dios inicia una obra, ÉL mismo provee los medios necesarios, a menudo de maneras inesperadas y a través de canales insospechados.
Pensemos en el contexto histórico. Los judíos regresaban a una tierra devastada, sin recursos abundantes. Reconstruir el templo requería no solo mano de obra, sino financiamiento significativo. Sin embargo, Dios movió corazones: desde el rey pagano hasta los vecinos comunes. Esta provisión no fue aleatoria; fue orquestada por el Señor para cumplir Sus promesas, como las profecías de Jeremías sobre el fin del exilio. Es un testimonio de que la obra de Dios siempre viene acompañada de Su provisión, en Su tiempo y de Su manera. No depende de nuestra fuerza o ingenio, sino de Su soberanía.
Aplicando esto a la vida hoy, ¿cuántas veces se presentan tareas que parecen imposibles? Tal vez un ministerio que necesita fondos, una familia en crisis económica o un sueño personal alineado con la voluntad de Dios. Debemos recordar que, al igual que con los exiliados, Dios puede usar “reyes” modernos –jefes, amigos, incluso extraños– para suplir lo que falta. Él corrige injusticias del pasado y abre puertas para el futuro. Pero también requiere fe: los judíos tuvieron que actuar, prepararse y partir, confiando en que la provisión llegaría.
Video de hoy: https://youtu.be/h62WV-D3gkI
Leer: Esdras 1-3; Proverbios 17
¿Como eligieron a quienes iban a regresar para construir el templo de Dios?