Si no lo hallamos en relación con su Dios

“Entonces dijeron aquellos hombres: No hallaremos contra este Daniel ocasión alguna para acusarle, si no la hallamos contra él en relación con la ley de su Dios”.

Daniel 6:5


Este versículo me detiene en seco. Los enemigos de Daniel querían destruirlo, derribarlo, encontrar alguna falta para usar en su contra. Y, después de observarlo y examinarlo, llegaron a una sola conclusión: “No hallaremos ocasión alguna para acusarle, si no la hallamos contra él en relación con la ley de su Dios”. ¡Qué testimonio! ¡Qué vida!


Debo ser honesto: no creo que lo mismo pudiera decirse de mí. Si alguien empezara a escarbar en mi vida, ¿qué encontraría? ¿Vería amargura escondida en mi corazón? ¿Una lengua afilada que habla antes de pensar? ¿Impaciencia que brota cuando las cosas no salen como quiero? ¿Envidia de otros que parecen tener más, o actitudes críticas hacia los que no cumplen mis estándares? Oh, me falta mucho por crecer.


Pero aquí está lo que me desafía: la vida de Daniel era tan limpia, tan constantemente fiel, que la única “basura” que podían arrojar contra él era su devoción a Dios. Imagínese que eso fuera verdad de mí—que mi amor por Cristo fuera tan evidente, mi obediencia tan firme, que la única acusación que mis enemigos pudieran levantar sería: “Ora demasiado, depende demasiado de Dios, vive demasiado conforme a la Biblia”. Ese es el tipo de testimonio que anhelo.


Así que me pregunto, y le pregunto también a usted: si alguien observara su vida de cerca, ¿qué encontraría? ¿A qué señalaría como su debilidad? ¿Sería enojo, orgullo, deshonestidad, falta de dominio propio? ¿O sería que su fe en Dios es inquebrantable, sin importar qué presión venga contra usted?


Daniel no se volvió fiel de repente cuando estaba en juego el foso de los leones. Él ya había vivido de esa manera. Sus hábitos de oración, obediencia e integridad ya estaban profundamente arraigados. Por eso pudo mantenerse firme cuando más importaba.


Yo quiero eso. Quiero vivir con una fe tan constante y silenciosa que, no importa quién mire, vea una vida marcada por la devoción a Dios. Y cuando fallo—y sí, fallo—quiero confesar, arrepentirme y volver a empezar, con mis ojos puestos en Aquel que es fiel aunque yo no lo sea.


Así que hoy, mi oración es simple: “Señor, hazme fiel. Hazme constante. Hazme el tipo de persona que, si alguien busca suciedad en mi vida, lo único que encuentre sea mi amor por Ti”.


Video de hoy: https://youtu.be/_n6LtA7Y-hg


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