La santidad importa

“Y enseñarán a mi pueblo a hacer diferencia entre lo santo y lo profano, y les enseñarán a discernir entre lo limpio y lo no limpio”.

Ezequiel 44:23


Cuando Dios mostró a Ezequiel la visión del templo, dejó claro que Su pueblo debía aprender a distinguir entre lo santo y lo profano, entre lo limpio y lo impuro. La santidad no es un detalle pequeño para Dios, es el reflejo de Su carácter. La Biblia repite una y otra vez: “Sed santos, porque yo soy santo” (Levítico 11:44; 1 Pedro 1:16).


Dios quiere que usted y yo vivamos de manera distinta, reflejando Su pureza en cada área de la vida. Hebreos 12:14 dice: “Seguid la paz con todos, y la santidad, sin la cual nadie verá al Señor”. Esto significa que nuestra vida no debe mezclarse con lo que desagrada a Dios, sino que debe estar apartada para Él.


Algunas áreas donde debemos vivir en santidad:

- En nuestro vestir: reflejando modestia y pureza, no sensualidad (1 Timoteo 2:9).

- En lo que vemos y escuchamos: cuidando el corazón de la influencia de los medios (Salmo 101:3: “No pondré delante de mis ojos cosa injusta”).

- En nuestras palabras y comunicación: hablando con gracia y verdad, no con chismes ni groserías (Efesios 4:29).

- En nuestro corazón y pensamientos: guardando la mente y los deseos (Filipenses 4:8).

- En nuestras relaciones: con convicciones firmes, evitando lo que pueda manchar nuestra pureza (2 Corintios 6:17).


Imagine un vaso de agua cristalina. Si alguien le echa una sola gota de tinta negra, ya no es agua pura. Puede parecer poca cosa, pero la pureza se perdió. Así sucede con el pecado: aunque sea “pequeño” a los ojos humanos, contamina lo que Dios quiere mantener limpio. Por eso el Señor nos enseña a distinguir lo santo de lo profano, para no permitir que la suciedad espiritual entre en nuestra vida.


Dios ha prometido enseñarnos a discernir entre lo limpio y lo impuro. Pero nosotros debemos escuchar y obedecer. ¿Está usted permitiendo que Dios le hable sobre lo que ve, lo que escucha, cómo se viste, dónde va y cómo se conduce? La santidad no es opcional, es el llamado de cada hijo de Dios.


Hoy, entregue al Señor cada área de su vida y pídale que le enseñe a distinguir lo santo de lo profano. Recuerde: lo que el mundo aprueba, muchas veces Dios lo reprueba. Y lo que el mundo considera “anticuado”, Dios lo llama santidad.


Video de hoy: https://youtu.be/NyX3r-7R580


Leer: Ezequiel 43-45; Proverbios 10

En Ezequiel 44, Dios instruye a los sacerdotes levitas sobre sus responsabilidades en el templo. ¿Qué tribu o familia específica de los levitas fueron apartados para ministrar directamente delante del Señor, y qué diferencia los distinguía de los demás levitas que habían pecado?