El pecado que estorba la oración

“Y Jehová dijo a Josué: Levántate; ¿por qué te postras así sobre tu rostro? Israel ha pecado, y aun han quebrantado mi pacto que yo les mandé; y también han tomado del anatema, y hasta han hurtado, han mentido, y aun lo han guardado entre sus enseres” Josué 7:10-11.


Cuando los Israelitas cruzaron el río del Jordán, Dios les dio una victoria poderosa en contra de la gran ciudad de Jericó. Pero cuando llegaron al pueblo de Hai sufrieron de una derrota humillante. Como consecuencia Josué comenzó a orar, “Y Josué dijo: ¡Ah, Señor Jehová! ¿Por qué hiciste pasar a este pueblo el Jordán, para entregarnos en las manos de los amorreos, para que nos destruyan? ¡Ojalá nos hubiéramos quedado al otro lado del Jordán!” (Josué 7:7). En lugar de contestar la petición de ayuda de Josué, Dios le dijo que dejara de orar y que tratara con el pecado que había en el campamento.

A pesar de que Dios había ordenado que todo lo que había en Jericó fuera conservado y no tomado como botín, Acán había visto cosas que quería de las ruinas de la ciudad, las tomó y las escondió en su tienda. Debido a su pecado, el poder y la protección de Dios se habían ido del ejército de Israel y murieron tres docenas de soldados como consecuencia. La solución al problema no era una reunión larga de oración, sino castigar el pecado oculto.

El mismo principio aplica a individuos, naciones e iglesias. El pecado obstruye la oración. Isaías nos advierte, “pero vuestras iniquidades han hecho división entre vosotros y vuestro Dios, y vuestros pecados han hecho ocultar de vosotros su rostro para no oír” (Isaías 59:2). Si queremos que el poder de Dios funcione en nuestras vidas a través de la oración tenemos que confesarle nuestros pecados.


Principio de renovación de hoy: Cuando permitimos que el pecado estorbe nuestras oraciones cortamos una fuente vital de renovación espiritual.


04 de septiembre - LEER - Ezequiel 21-22


¿Con qué frase comienza estos dos capítulos? Esta frase se encuentra más de 60 veces en Ezequiel.