Renovando el amor

“Pero tengo contra ti, que has dejado tu primer amor. Recuerda, por tanto, de dónde has caído, y arrepiéntete, y haz las primeras obras; pues si no, vendré pronto a ti, y quitaré tu candelero de su lugar, si no te hubieres arrepentido” Apocalipsis 2:4-5


Robert Robinson tuvo una niñez difícil. Su padre murió cuando era muy pequeño y fue muy difícil para su madre cuidarlo por sí sola. En espera de que un cambio de ambiente ayudara, ella lo llevó a vivir con un barbero a Londres cuando tenía catorce años. Pero Robinson encontró malas compañías y aún a esa edad se convirtió en un vicioso y borracho. A los diecisiete Robinson y sus amigos fueron a escuchar predicar a George Whitefield; no por respeto sino para burlarse. Pero el poder del evangelio comenzó a obrar en su corazón. 

Tres años después, Robinson confío en Cristo como su Salvador. No mucho después, comenzó a prepararse para el ministerio. Aún siendo joven, Robinson escribió un poema que iba a recitar en un sermón que iba a predicar. Ahora lo conocemos como el himno “Fuente de la vida eterna”. Probablemente reflejando los años que vivió en pecado, Robinson escribió estas palabras en la versión original: “Soy propenso a deambular, Señor, lo siento, soy propenso a dejar al Dios que amo”. Si dejamos que la vida siga su curso natural, la presión del mundo, la carne y el diablo van alejar nuestros corazones de Dios y hacer que nuestro amor se enfríe.

Cada uno de nosotros debe de renovar su amor por Dios constantemente. Necesitamos recordarnos todos los días y estar agradecidos por la bondad y la gracia que Él nos ha mostrado para seguir amándolo. David escribió, “Bendice, alma mía, a Jehová, y no olvides ninguno de sus beneficios” (Salmos 103:2).


Principio de renovación de hoy: No permita que nada frene el amor que usted tiene por Dios en su corazón.


30 de septiembre - LEER - Malaquías 1-4


De acuerdo con Malaquías 2:17 ¿qué actividad había hecho “cansar” a Jehová?