Legados Eternos

En 2 Timoteo 4, el apóstol Pablo, consciente de que su tiempo se acerca, nos deja un testimonio conmovedor acerca del legado que ha construido al servicio de Dios. Con valentía declara: “He peleado la buena batalla, he acabado la carrera, he guardado la fe”. (2 Timoteo 4:7). Sin embargo, en el capítulo anterior, 2 Timoteo 3, Pablo advierte sobre tiempos difíciles y menciona explícitamente a los opositores de Moisés como un ejemplo sombrío: “Como Janes y Jambres resistieron a Moisés, así también estos resisten a la verdad”. (2 Timoteo 3:8). Estos dos magos egipcios se enfrentaron al siervo de Dios, imitando sus señales, pero finalmente fueron derrotados por el poder divino (Éxodo 7–8). Este contraste nos invita a reflexionar sobre los legados destructivos frente a los fieles, motivándonos a dejar una herencia piadosa que inspire y fortalezca a las generaciones venideras.


Pensemos primero en los legados negativos, aquellos que se oponen a los siervos de Dios y a Su plan. Janes y Jambres representan esa resistencia obstinada a la verdad: endurecieron sus corazones, imitaron lo sobrenatural por medios falsos y terminaron en vergüenza y derrota. Su legado queda como advertencia: hombres de mente corrupta, réprobos en cuanto a la fe, que obstaculizan el avance del Reino. (2 Timoteo 3:8). En el capítulo 4, Pablo menciona también a Demas, quien lo abandonó por amor al mundo presente (v. 10), y a Alejandro el calderero, que le causó mucho daño y se opuso con vehemencia a sus palabras (v. 14–15). Estos ejemplos nos muestran cómo la infidelidad, el amor al mundo y la oposición activa dejan un rastro de división, dolor y tropiezo para las generaciones futuras.


En contraste, los legados positivos brillan con luz eterna y edifican al pueblo de Dios. Timoteo es un ejemplo vivo de fidelidad. Pablo lo exhorta a predicar la Palabra a tiempo y fuera de tiempo, a corregir, reprender y exhortar con toda paciencia y doctrina (2 Timoteo 4:2), preparándolo para continuar la obra en medio de tiempos difíciles, cuando muchos no soportarán la sana enseñanza (2 Timoteo 4:3–5). Lucas, el único que permaneció con Pablo en su hora de necesidad (v. 11), demuestra una lealtad firme que sostiene la misión. Estos hombres nos recuerdan que el apoyo fiel a los siervos de Dios y la obediencia a Su voluntad multiplican bendiciones y aseguran la continuidad del plan divino.


Hoy, este contraste nos interpela directamente: ¿qué clase de legado está usted construyendo? En una era en la que muchos son egoístas y amantes de los placeres más que de Dios (2 Timoteo 3:1–4), el Señor nos llama a ser diferentes: a permanecer en las Escrituras inspiradas que nos hacen sabios para la salvación (2 Timoteo 3:15) y a preparar a las próximas generaciones con diligencia. Usted tiene la oportunidad de discipular a sus hijos, nietos, miembros de la iglesia o de su comunidad, transmitiéndoles la verdad pura para que resistan las falsas doctrinas y perseveren en la fe.


Sea usted inspirado y motivado. Su legado no se mide en bienes materiales ni en fama pasajera, sino en las vidas que guía hacia Cristo. Comience hoy: ore por la juventud, ábrales las Escrituras y viva con integridad delante de ellos, para que vean en usted el poder transformador de Dios. Al invertir en ellos, usted está forjando un linaje de fe que perdurará por generaciones, como el de Timoteo, honrando al Señor y siendo de bendición para muchos. ¿Está usted dispuesto a dejar un legado eterno que bendiga y no que obstaculice? Levántese y prepárelos, porque el tiempo es ahora.


Video de hoy: https://youtu.be/tswVbZVrUQY


Leer: 2 Timoteo; Proverbios 24

Según 2 Timoteo 1:7, ¿qué tres cosas dice Pablo que Dios nos ha dado, y qué cosa NO nos ha dado?