Sed por Dios

“Como el ciervo brama por las corrientes de las aguas, Así clama por ti, oh Dios, el alma mía. Mi alma tiene sed de Dios, del Dios vivo; ¿Cuándo vendré, y me presentaré delante de Dios?” Salmos 42:1-2.


En el 2001, un hombre de ochenta y cuatro años llamado Henry Morello estaba manejando en el norte de Phoenix, Arizona, cuando se dio cuenta que iba en dirección equivocada, y cuando intentó dar la vuelta se quedó atorado en un hoyo. Sin poder caminar a la vía principal para pedir ayuda, estuvo atrapado en su carro por cinco días. Para mantenerse vivo tomó una piedra y rompió el contenedor del fluido de los limpiaparabrisas y se lo tomó. Después de ser rescatado, los paramédicos estaban impresionados de encontrarlo en tan buenas condiciones. 

Aquellos que tienen sed, que de verdad tienen sed, saben lo que es querer algo con un deseo intenso. Ese nivel de deseo debe de caracterizar nuestro caminar con Dios. Deberíamos de buscarlo por sobre todas las cosas. Este debería de ser nuestro deseo más grande. Él prometió que cuando lo buscamos de esa manera, seremos bien recompensados. En el sermón del monte Jesús dijo, “Bienaventurados los que tienen hambre y sed de justicia, porque ellos serán saciados” (Mateo 5:6).

Sabiendo lo importante que es para nosotros el desear una relación cercana e íntima con Dios, Satanás nos ofrece la alternativa de satisfacer nuestra sed lejos de Dios. La primer promesa en el Jardín del Edén giraba en torno a la idea de que el árbol de la ciencia del bien y el mal satisfaría su necesidad. Satán prometió, “…y seréis como Dios, sabiendo el bien y el mal” (Génesis 3:5). Y a pesar de todas las promesas, esto era una mentira. No hay camino a la verdad, el amor, la belleza o la satisfacción aparte de Dios. Mientras aprendemos a rechazar las alternativas que nos ofrece el enemigo, nuestra sed por Dios crece, y Él suplirá nuestras necesidades. 


Principio de renovación de hoy: No permita que nada satisfaga el deseo que Dios ha puesto en su corazón para Él.


14 de septiembre - LEER - Daniel 1-3


Después de que Daniel reveló e interpretó el sueño de Nabucodonosor en capítulo 2 ¿qué cosa rara hizo el rey en capítulo 3?