Dando gracias: por su sacrificio
“Con gozo dando gracias al Padre que nos hizo aptos para participar de la herencia de los santos en luz; el cual nos ha librado de la potestad de las tinieblas, y trasladado al reino de su amado Hijo, en quien tenemos redención por su sangre, el perdón de pecados”.
Colosenses 1:12-14
El sol acababa de salir en un caluroso día de agosto de 1944 en el pequeño pueblo de Plelo, en la Francia ocupada por los alemanes. El muchacho de quince años no sabía por qué él y los demás ciudadanos de Plelo habían sido alineados ante un pelotón de fusilamiento en medio de la plaza del pueblo. Tal vez los estaban castigando por albergar a una unidad de marqueses, los luchadores clandestinos franceses por la libertad. Todo lo que el muchacho sabía era que estaba a punto de morir.
Mientras estaba frente al pelotón de fusilamiento, tal vez pensó en los días despreocupados de su primera infancia, antes de la guerra. Tal vez pensó en todo lo que se perdería si no crecía. Pero, sobre todo, probablemente le aterrorizaba morir.
De repente, el muchacho oyó el sonido de la explosión de granadas de mortero más allá de los límites de su pequeño pueblo. También se oyeron tanques que avanzaban a gran velocidad. Los alemanes se vieron obligados a abandonar el pelotón de fusilamiento y enfrentarse a una pequeña unidad de tanques estadounidenses con veinte soldados dirigidos por Bob Hamsley, un cabo del Tercer Ejército de Patton. Un capitán de Marquisard había pedido ayuda a Hamsley. Después de tres horas, cincuenta nazis estaban muertos y los otros cincuenta fueron hechos prisioneros.
En 1990, la ciudad de Plelo rindió homenaje a Bob Hamsley en el mismo lugar donde decenas de ciudadanos de la ciudad habrían muerto de no ser por él. El hombre que inició la búsqueda de Hamsley para rendirle homenaje en esa ceremonia fue el ex alcalde de Plelo, ese mismo muchacho de quince años. Estaba agradecido a Hamsley, que había arriesgado su propia vida para salvar la suya y la de muchos otros y ahora, como hombre adulto, había decidido encontrarlo y rendirle homenaje.
Cuando estás verdaderamente agradecido por lo que alguien ha hecho por ti, desearás expresarle ese agradecimiento. Hace años, se hizo voluntariamente un sacrificio mucho mayor por ti y por mí. ¿Estás agradecido por lo que Cristo hizo por ti en el Calvario? ¿Con qué frecuencia le agradeces por su sacrificio? ¿Cuántas veces le agradeces por haber sido burlado, rechazado, escupido, golpeado y clavado en una cruz por tu causa, en tu lugar?
Tómate un tiempo hoy para pensar en el sacrificio que Cristo hizo por ti en la cruz y en los beneficios eternos que obtendrás gracias a él. Cuanto más reflexionemos sobre la cruz y lo que Él ha hecho por nosotros, más agradecidos estaremos por su sacrificio.
30 de noviembre - LEER - 1 Corintios 9-11
En 1 Corintios 11:1, ¿qué anima Pablo a los creyentes a hacer?