Lo que cuesta
“Y habló Jeremías a todos los príncipes y a todo el pueblo, diciendo: Jehová me envió a profetizar contra esta casa y contra esta ciudad, todas las palabras que habéis oído. Mejorad ahora vuestros caminos y vuestras obras, y oíd la voz de Jehová vuestro Dios, y se arrepentirá Jehová del mal que ha hablado contra vosotros. En lo que a mí toca, he aquí estoy en vuestras manos; haced de mí como mejor y más recto os parezca”.
Jeremías 26:12-14
Dios envió a Jeremías al atrio del templo para proclamar un mensaje fuerte a todo el pueblo de Judá: si no se arrepentían de su mala conducta y no obedecían la ley de Dios, Jerusalén sería destruida como Silo (un lugar que había sido arrasado por la desobediencia). Jeremías obedeció y anunció este juicio, pero los sacerdotes, profetas y todo el pueblo se enojaron, acusándolo de traición y pidiendo su muerte. Nadie estaba feliz de escuchar las consecuencias de sus acciones.
Cuando las autoridades se reunieron para juzgarlo, Jeremías se defendió diciendo que solo estaba transmitiendo las palabras de Dios, y que si lo mataban serían culpables de derramar sangre inocente. Algunos líderes recordaron que en tiempos del rey Ezequías, el profeta Miqueas también habló de juicio, pero el pueblo se arrepintió y no lo mataron. Esa comparación salvó la vida de Jeremías. Sin embargo, otro profeta llamado Urías predicó algo similar, huyó por miedo, pero fue capturado y asesinado por el rey Joacim. Jeremías, en cambio, fue protegido por Ahicam, hijo de Safán, y no murió.
Jeremías recibió de Dios una misión difícil: pararse en el atrio del templo, delante de líderes religiosos y de todo el pueblo, para confrontarlos con su pecado y advertirles del juicio venidero. No era un mensaje popular ni alentador; era una advertencia urgente que requería obediencia, valentía y fidelidad. El resultado fue oposición inmediata: lo acusaron, lo amenazaron y quisieron matarlo. Probablemente ellos eran conscientes de que sí era Dios quien les hablaba, pero decidieron ignorarlo y atacar a la persona que lo representaba.
Muchas veces la fidelidad a Dios incomoda a otros. El mensaje de Jeremías tocó intereses, reveló hipocresías y cuestionó la falsa seguridad del pueblo. Seguir a Cristo y hablar Su verdad no siempre será bien recibido, pero la obediencia a Dios es más importante que la aprobación humana (Gálatas 1:10). Siempre habrá oposición al seguir a Dios y proclamar Su palabra.
Dios siempre da oportunidad para el arrepentimiento. Aunque el mensaje era fuerte, llevaba un hilo de gracia: “Mejorad ahora vuestros caminos… y se arrepentirá Jehová del mal” (v. 13). Dios no se complace en castigar, sino en restaurar al que se humilla. En ocasiones Él responde a nuestras oraciones o circunstancias por medio del Espíritu Santo, de un predicador o de un buen amigo cristiano, pero a veces cometemos el error de ignorar por completo Su respuesta. Incluso podemos llegar a ofendernos porque no es lo que queríamos escuchar. La exhortación no es mala, y tampoco lo es que otros nos animen a hacer lo correcto; lo malo es reaccionar mal, victimizarse y no arrepentirse del pecado.
Jeremías solo estaba mostrando el amor de Dios a través de Su mensaje. Él no tenía malas intenciones, sino que estaba dándoles la oportunidad de volverse a Él… ¡No rechace la oportunidad de arrepentirse!
Una de las promesas de Dios para nosotros es que Él nos protege, y nadie puede arrebatarnos de Su mano. Su protección se manifiesta de maneras inesperadas. Jeremías fue salvado gracias a la intervención de Ahicam, mostrando que Dios tiene formas soberanas de cuidar a Sus siervos. Aunque Urías murió por predicar lo mismo, Jeremías vivió porque Dios aún tenía más misión para él.
A veces ser fiel cuesta, porque será atacado, desanimado, lastimado e incluso ofendido. Pero no lo tome como algo personal: el mismo Dios de Jeremías le respalda. En Él usted puede confiar, porque Él no cambia ni abandona a Sus hijos. No importa cuánto pierda, vale la pena ser fiel, aunque cueste. Cristo le guiará y proveerá lo que necesita. Aunque sea rechazado por la gente a su alrededor, vale la pena seguir en Cristo. Si las cosas se ponen difíciles, recuerde: Él es el verdadero éxito.
¿Está usted dispuesto a ser fiel a la verdad de Dios aunque le cueste amistades, reputación o comodidad? ¿Reconoce que las advertencias de Dios son oportunidades de gracia y no solo amenazas? ¿Confía en que, cuando obedece, Dios tiene el control incluso si las circunstancias parecen adversas?
Video de hoy: https://youtu.be/DklURlkVdxM
Leer: Jeremías 26–29 y Proverbios 14
¿Cuántas veces se menciona la advertencia de tener cuidado con los falsos profetas?