El Pastor que cuida y ama
“Y yo mismo recogeré el remanente de mis ovejas de todas las tierras adonde las eché, y las haré volver a sus moradas; y crecerán y se multiplicarán. Y pondré sobre ellas pastores que las apacienten; y no temerán más, ni se amedrentarán, ni serán menoscabadas, dice Jehová.”
Jeremías 23:3-4
En este pasaje, Dios revela Su plan de rescatar y restaurar a Su pueblo después de un tiempo de dispersión y juicio. No envía un mensajero cualquiera —Él mismo promete recoger a Sus ovejas, llevarlas a un lugar seguro y poner sobre ellas pastores fieles que las cuiden.
Imagine a un pastor en medio de un prado verde, con su cayado en la mano. Sus ovejas no están dispersas ni hambrientas; están cerca, protegidas, alimentadas y tranquilas. Él conoce cada una por nombre. Si alguna se pierde, va en su búsqueda. Si alguna está herida, la cura con ternura. Ese es el cuadro que Dios pinta aquí: no un líder ausente, sino un Pastor presente, amoroso y comprometido.
La palabra amedrentar significa “intimidar, atemorizar o hacer que alguien pierda el valor”. Dios promete que bajo Su cuidado, Su pueblo no vivirá en constante temor. No se dejarán paralizar por amenazas externas ni por inseguridades internas. El miedo no tendrá dominio sobre ellos porque confían en la presencia de su Pastor.
Menoscabar quiere decir “quitar, reducir o debilitar algo, especialmente en su valor, fuerza o dignidad”. Dios promete que Sus ovejas no serán disminuidas ni en número ni en fortaleza espiritual. No serán explotadas, maltratadas o despreciadas. Por el contrario, serán fortalecidas, crecerán y se multiplicarán.
Así como Dios quería que Su pueblo en el Antiguo Testamento viviera en unidad, protegido y guiado por buenos pastores, así también quiere que Su iglesia hoy sea un lugar donde Sus ovejas vivan juntas, crezcan y se multipliquen. La iglesia no es un simple refugio para “sobrevivir” espiritualmente, sino un redil donde Dios nutre, forma y envía.
Pero para experimentar todo esto, también se requiere obediencia. Las ovejas deben escuchar la voz del Pastor, seguir Sus caminos y permanecer cerca de Él. La obediencia no es una carga, sino la respuesta natural al amor y cuidado que Él nos da.
En este redil:
* Hay provisión espiritual —la Palabra de Dios alimenta y fortalece.
* Hay protección —la comunión y el cuidado pastoral guardan contra el peligro.
* Hay propósito —no quedarse igual, sino crecer y multiplicarse.
Dios no quiere que vivamos dispersos, temerosos o debilitados. Él nos llama a estar en Su redil, bajo Su cuidado, confiando en Él. Pero también nos llama a vivir en obediencia, acercándonos a Él, siguiendo Su guía y permaneciendo bajo Su protección. Cuando estamos cerca de Él, el temor se disipa, la fe se fortalece y el alma florece.
Video de hoy: https://youtu.be/rgSyLCXv0wM
Leer: Jeremías 23-25; Proverbios 13
Describa la visión de las canastas de Jeremías 24.