¿Qué haréis cuando llegue el fin?
“Recorred las calles de Jerusalén, mirad ahora e informaos; buscad por sus plazas, a ver si halláis un hombre, si hay alguno que haga justicia, que busque la verdad; y yo la perdonaré.”
Jeremías 5:1
En Jeremías 5, Dios sigue denunciando el pecado persistente del pueblo de Judá. A través del profeta Jeremías, el Señor revela la profundidad de la corrupción, la injusticia y la idolatría que dominaban tanto al pueblo común como a los líderes. El pecado dentro del pueblo era tan aceptado que, aunque se les predicara y se les advirtiera, muchos de ellos no tenían un arrepentimiento genuino.
Dios invita a Jeremías a recorrer las calles de Jerusalén para ver si puede encontrar un solo hombre que practique justicia y busque la verdad. Si lo encontrara, Dios perdonaría la ciudad. Sin embargo, ni entre el pueblo ni entre los grandes se hallaba alguien fiel. Parece un cuadro muy triste. Si usted fuera parte de este pueblo, ¿Dios hallaría justicia en usted?
Aunque el pueblo mencionaba el nombre del Señor, sus obras lo negaban. No había temor de Dios, y todos estaban llenos de engaño y rebelión. Los profetas profetizaban falsamente y los sacerdotes gobernaban según su conveniencia, y el pueblo lo aprobaba. Dios anuncia que enviará juicio.
Él dice que hará que las palabras de Jeremías sean como fuego, y el pueblo como leña. Vendrá una nación poderosa de lejos, que hablará un idioma desconocido y devorará su cosecha, su ganado e incluso a sus hijos. Aunque Dios los castigaría, no los destruiría del todo.
El pueblo había endurecido su corazón. A pesar de las bendiciones de Dios —como la lluvia y las estaciones— no le temían ni le obedecían. Había injusticia, robo, y los líderes (profetas y sacerdotes) engañaban al pueblo. El capítulo termina con una pregunta conmovedora: “¿Qué haréis cuando llegue el fin?”
Dios es justo y paciente, pero no tolera la corrupción continua. El pecado trae consecuencias, y aun cuando parece que todo está bajo control, el juicio puede llegar inesperadamente si no hay arrepentimiento genuino.
Cuatro cosas que podemos aprender hoy:
1. Dios busca corazones íntegros, no multitudes religiosas. No importa cuántas personas asistan a una iglesia; lo que Él quiere es sinceridad en cada uno. Un corazón real que busca obedecerle.
2. La fe no se demuestra solo con palabras, sino con justicia y verdad en lo cotidiano. Fe y obras van de la mano: por nuestra fe, vienen las obras.
3. La paciencia de Dios tiene un límite. El arrepentimiento no se debe postergar. Este es el día para buscar perdón y continuar disfrutando de la presencia del Señor.
4. En medio del juicio, Dios deja una puerta abierta a la misericordia. Hoy entre por esa puerta de gracia y misericordia.
No espere el último momento de su vida para arreglar las cosas con Dios. Puede ser que no tenga más tiempo. No espere las consecuencias de su pecado: puede hacerlo hoy.
Video de hoy: https://youtu.be/0HgeABXa2tA
Leer: Jeremías 4–6 y Proverbios 8
¿Qué tiene que hacer el pueblo de Jerusalén para que Jehová no se aparte de ellos?