Buenas nuevas
“El Espíritu de Jehová el Señor está sobre mí, porque me ungió Jehová; me ha enviado a predicar buenas nuevas a los abatidos, a vendar a los quebrantados de corazón, a publicar libertad a los cautivos, y a los presos apertura de la cárcel; a proclamar el año de la buena voluntad de Jehová, y el día de venganza del Dios nuestro; a consolar a todos los enlutados; a ordenar que a los afligidos de Sion se les dé gloria en lugar de ceniza, óleo de gozo en lugar de luto, manto de alegría en lugar del espíritu angustiado; y serán llamados árboles de justicia, plantío de Jehová, para gloria suya.”
Isaías 61:1-3
Isaías 61 y 62 forman una visión poderosa de esperanza, restauración y propósito. Nos presentan a un Mesías lleno del Espíritu de Dios, enviado para traer sanidad, libertad y consuelo. Este pasaje no solo nos revela el corazón compasivo de Cristo, sino que también nos muestra cómo Dios ve a Su pueblo: no como abandonado o olvidado, sino como Su deleite, Su corona, Su esposa amada.
Isaías 61 es uno de los capítulos más conocidos del libro porque Jesús lo leyó en la sinagoga de Nazaret (Lucas 4:16-21), aplicándolo a Sí mismo. Este capítulo presenta la misión del Mesías: traer buenas noticias, consolar, sanar y restaurar. ¡Y lo hizo!
El ministerio de Jesús comienza con una buena noticia: Dios no es indiferente al dolor. Él envía a Su Ungido para sanar corazones rotos, libertar a los cautivos y proclamar que el tiempo de gracia ha llegado. Dándole la salvación y el perdón de pecados a la humanidad. Todos los que han vivido en luto, vergüenza o ruina tienen esperanza de restauración en Cristo Jesús.
El Señor no solo consuela, también reconstruye. Él toma lo arruinado y lo transforma. Isaías habla de ciudades y generaciones restauradas. De la misma manera, nuestras vidas pueden ser renovadas, nuestras familias sanadas y nuestro testimonio fortalecido.
Dios cambia el nombre de Su pueblo. Ya no somos llamados “Desamparados” sino “Hephzibá” —Mi deleite está en ti—. Como un esposo ama a su esposa, así Dios se goza en usted. Esta es una verdad transformadora: ¡es amado, deseado y cuidado por el Creador del universo! ¿Qué más quiere, si ya tiene todo en Dios?
Dios ha puesto “guardas” que no descansan hasta que Jerusalén (símbolo del pueblo de Dios) sea completamente restaurada. Hoy, nosotros somos llamados a esa misma tarea: velar en oración, clamar por las naciones, interceder por nuestras familias y comunidades, y representar a Cristo para impactar la vida de aquellos que aún no lo conocen.
Dios anuncia: “He aquí que viene tu Salvador”. No como un juez, sino como un Redentor que trae recompensa, honra y gozo. La historia del pueblo de Dios no termina en ruina, sino en victoria.
Al final del libro de Apocalipsis, encontramos la preciosa verdad de la recompensa: nosotros ganamos, Dios gana, y nosotros junto con Él.
Si usted ya conoce esta verdad tan poderosa del libro de Isaías, ¿está viviendo de tal manera que lo cree y lo muestra al mundo? ¿Está compartiendo esta verdad con otros o solo ignora a todos los que no conocen a Jesús hoy? Este día, recuerde que su Dios es poderoso; al final Él gana, y nosotros gozaremos de esa victoria por ser Sus hijos. Las cosas aquí pasarán y serán olvidadas; nada se compara con el gozo que tendremos en el cielo delante de la presencia de Dios.
¡Pero no se quede con estas buenas nuevas, anúncialas, compártelas con otros!
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Leer: Isaías 59-63 y Proverbios 31
¿Qué promete Dios que será cumplido pronto?