Escrito en Sus manos

“He aquí que en las palmas de las manos te tengo esculpida”

Isaías 49:16a


Isaías 49 al 52 son capítulos extraordinarios. Nos recuerdan que tenemos un Dios personal — no es distante, ni indiferente, ni olvidadizo. Vivimos en un mundo caído y pecador, pero no fuimos creados para dejarnos moldear por él. Más bien, hemos sido llamados a vivir por encima de todo eso — con gozo y cántico. ¿Por qué? Porque nuestra esperanza no depende de las circunstancias, sino del carácter inmutable de Dios.


En estos capítulos, Dios habla con ternura a Su pueblo, asegurándonos:

•“No te he olvidado”.

•“He aquí que en las palmas de las manos te tengo esculpida” (Isaías 49:16).

•“Yo soy vuestro Consolador” (Isaías 51:12).

•“Tú eres precioso para Mí, y no te abandonaré”.


Se nos recuerda que Dios no es como el hombre. Él no miente, no falla, no olvida. Él es nuestro Hacedor, nuestro Ayudador, nuestro Redentor, nuestro Defensor. Aun cuando nos sentimos abandonados o abrumados, Él sigue obrando. Dice que “te tengo esculpida” y que “haré mención de ti” — es decir, siempre estamos en Su corazón y en Sus pensamientos.


El llamado en Isaías 52 es claro y poderoso: “¡Despiértate, despiértate; vístete de poder, oh Sion! Vístete tu ropa hermosa, oh Jerusalén, ciudad santa… Sacúdete del polvo; levántate y siéntate, Jerusalén; suéltate las ataduras de tu cuello…” (Isaías 52:1–2)


Dios no solo quiere consolarnos — quiere levantarnos. Quiere que vivamos como redimidos, amados y enviados. Nos llama a proclamar ese mensaje — buenas nuevas, paz, salvación — a un mundo que aún vive en cadenas.


¿Estoy viviendo aplastado por el peso del mundo o elevado por la verdad de quién es mi Dios? ¿He olvidado que mi identidad está esculpida — no a lápiz, sino grabada — en Sus manos? ¿He perdido mi gozo y mi cántico en medio del ruido de la vida?


Dios me llama hoy a despertar, a recuperar mi gozo, a vivir a la luz de Su amor, y a llevar esa esperanza a otros. El enfoque no está en mí ni en mi fuerza — el enfoque está en Él. Y Él es suficiente.


Señor, gracias porque no me olvida. Gracias porque me lleva grabado en Sus manos. Ayúdeme a vivir con gozo, como redimido. Despierte mi alma para vivir en Su fuerza, no en mis circunstancias. Que mis pies lleven Sus buenas nuevas dondequiera que vaya. Amén.


(No hay video hoy.)


Leer: Isaías 49-53; Proverbios 29

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