Un amor que perdura
“Y vino Mefi-boset, hijo de Jonatán hijo de Saúl, a David, y se postró sobre su rostro e hizo reverencia. Y dijo David: Mefi-boset. Y él respondió: He aquí tu siervo.Y le dijo David: No tengas temor, porque yo a la verdad haré contigo misericordia por amor de Jonatán tu padre, y te devolveré todas las tierras de Saúl tu padre; y tú comerás siempre a mi mesa”
2 Samuel 9:6-7
La relación entre David y Jonatán es un gran ejemplo del poder de la amistad. Pero la relación fue cortada cuando los filisteos mataron a Jonatán junto con Saúl. Después de que David se convirtió en rey y tomó el lugar de Saúl, buscó una manera de demostrar su amor a Jonatán. Era la costumbre de ese día que el nuevo rey matara a todos los miembros de la familia del rey anterior para que no hubiera disputas por el trono. En lugar de llevar a cabo esa tradición, David buscó al hijo de Jonatán, Mefi-boset, y lo puso en un lugar de honor en su palacio. Su amor continuó a pesar de la muerte de su amigo.
El amor real no viene y se va, tampoco se desvanece con el paso del tiempo. En lugar de esto perdura y se hace más fuerte. Pablo escribió, “El amor nunca deja de ser” (1 Corintios 13:8). En un mundo de sustitutos vacíos para el amor real es importante que los creyentes demuestren el amor de Dios en sus vidas. Cuando permitimos que cosas pequeñas (o aún las grandes) destruyan nuestro amor, no estamos amando como Dios lo hace. Si Él nos amara por nuestra conducta no tuviéramos ninguna esperanza. En lugar de esto el amor de Dios está basado en Su carácter y Su naturaleza, una naturaleza que nos ha dado como Sus hijos. Este es el tipo de amor que el amor necesita ver.
Principio de renovación de hoy: Cuando amamos a otros como Dios nos ama, nuestro amor nunca fallará.
24 de octubre - LEER - Lucas 4-5
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