El ancla de la esperanza

"Por lo cual, queriendo Dios mostrar más abundantemente a los herederos de la promesa la inmutabilidad de su consejo, interpuso juramento; para que por dos cosas inmutables, en las cuales es imposible que Dios mienta, tengamos un fortísimo consuelo los que hemos acudido para asirnos de la esperanza puesta delante de nosotros. La cual tenemos como segura y firme ancla del alma, y que penetra hasta dentro del velo”. Hebreos 6:17-19


Los portaviones modernos, se parecen más a las ciudades pequeñas que a los barcos. Con una tripulación de más de seis mil personas a bordo, ofrecen una gama completa de servicios: comida, vivienda, servicios médicos, cortes de cabello, salas de ejercicios y más. Sin embargo, para todas las comodidades, estos poderosos buques de guerra todavía son naves de guerra, y como los barcos lo han hecho durante siglos, necesitan anclajes.


Los anclajes para un portaviones están muy lejos de ser anclajes comunes con los que la mayoría de los navegantes están familiarizados. El ancla para un portaviones pesa más de 27,215.542 kilos. Además, cada enlace en la cadena del ancla pesa más de 136.078 kilos. En conjunto, el ancla y la cadena pesan más de 317, 514.659 kilos, y cada portaviones tiene dos de ellas. ¿Por qué? Porque es de vital importancia tener una fuente de estabilidad cuando lleguen las tormentas.


La Palabra de Dios nos dice que independientemente de nuestras circunstancias, podemos aferrarnos a nuestra esperanza para el futuro. Esta esperanza se basa en la naturaleza e integridad inmutable de Dios. Como no puede mentir, podemos confiar en lo que Él nos dice. La Biblia no promete la ausencia de tormentas. En cambio, ofrece un medio para mantenernos seguros cuando llegan. Como dijo el gran misionero Adoniram Judson: "El futuro es tan brillante como las promesas de Dios". Conocer el amor y el cuidado de Dios por nosotros nos permite regocijarnos en la esperanza sin importar lo que suceda.


Principio para renovarse hoy:  Cuando los vientos y las tormentas estén en pleno apogeo, déjese llevar por la esperanza y la confianza en las promesas de Dios para mantenerse anclado y a salvo.


9 de febrero - LEER - Levítico 24-25

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