Dios llama a Su pueblo para tener denuedo

2 de enero

2 de enero, 1863
Dios llama a Su pueblo para tener denuedo

“Y ahora, Señor, mira sus amenazas, y concede a tus siervos que con todo denuedo hablen tu palabra,” -Hechos 4:29

No había otra batalla en la Guerra Civil de los Estados Unidos que podría tener el resultado y pérdida como la Batalla del Rio Stones cerca de Murfreesboro, Tennessee. Muerte iba a llegar a 1,677 en el lado de la Unión y 1,294 en el lado de los Confederates. Mientras que las fuerzas de Unión tomaron control en enero de 1863, una voz se podía escuchar en el aire oscuro y lleno de humo. El nombre del hombre puede ser familiar a muchos Cristianos, porque él iba a llegar a ser uno de los mejores evangelistas que había visto el mundo: Dwight Lyman Moody. Durante la fuerte batalla, Moody iba a correr adentro y afuera de las explosiones y buscar las almas heridas, desesperadas por ayuda. Sobre todo el ruido de guerra del siglo XIX, cada soldado iba ha escuchar el mismo grito de batalla de los labios de Moody: “¿Eres un Cristiano?”

“El ladrón no viene sino para hurtar y matar y destruir;”- (Juan 10:10). Satanás ha hecho la guerra contra la humanidad desde su caída del cielo. El número de muertos por el pecado aumenta mientras la guerra contra Cristo y el Evangelio se hace más intenso. Cada día nos encontramos con los heridos que están pereciendo sin esperanza. “En los cuales anduvisteis en otro tiempo, siguiendo la corriente de este mundo, conforme al príncipe de la potestad del aire, el espíritu que ahora opera en los hijos de desobediencia,…En aquel tiempo estabais sin Cristo, alejados de la ciudadanía de Israel y ajenos a los pactos de la promesa, sin esperanza y sin Dios en el mundo” - (Efesios 2:2, 12).

¿Y nosotros, como los apóstoles en Hechos 4 y D.L. Moody en la Guerra Civil, preguntaremos a Dios por denuedo para proclamar el mensaje de esperanza de Dios a los perdidos y pereciendo alrededor? Cuando los cañones de la vida se apaguen y las armas de guerra sean puestas al descanso eterno, que no se diga de nuestra generación, “Mira a mi diestra y observa, pues no hay quien me quiera conocer; No tengo refugio, ni hay quien cuide de mi vida”- (Salmo 142:4). 

¡Busquemos audazmente los perdidos y proclamemos el mensaje del Evangelio!

Lectura de hoy:
Génesis 3-4 // Salmos 3-5 // Mateo 3-4