La tríada venenosa
Cruel es la ira, e impetuoso el furor; Mas ¿quién podrá sostenerse delante de la envidia?
Proverbios 27:4
En un pueblo olvidado, tres sombras caminaban entre los hombres: Ira, Furor y Envidia. Estos tres espíritus sembraban discordia.
Ira, con ojos ardientes, llegaba primero. Sus palabras encendían peleas en el mercado, haciendo que vecinos se gritaran por un malentendido. Pero su reinado era breve; la gente, agotada, buscaba paz. Entonces llegaba Furor, un torbellino ciego que no razonaba. Derribaba puertas y destrozaba corazones, dejando a familias fracturadas. Sin embargo, incluso Furor se desvanecía cuando no había más que destruir.
Pero Envidia… ella era distinta. Silenciosa, se deslizaba en las sombras, susurrando al oído de los hombres. Veía a un agricultor celebrar su cosecha y murmuraba al vecino: "¿Por qué él y no tú?" Su veneno era lento, pero mortal. Los amigos se volvían enemigos, los hermanos se traicionaban, y el pueblo se deshacía sin saber por qué.
Un día, un anciano sabio reunió a los aldeanos. "Ira y Furor son fieras, pero pasan. Envidia es un cáncer que crece en el alma", dijo. Les enseñó que la ira se doma con paciencia, el furor con humildad, pero la envidia solo muere con gratitud. "Miren lo que tienen, no lo que les falta. Amen al prójimo como a ustedes mismos”.
Los aldeanos comenzaron a practicar la gratitud. Compartían sus bienes, celebraban los éxitos ajenos y oraban juntos. Envidia, sin espacio para susurrar, se debilitó. Ira y Furor, sin terreno fértil, se desvanecieron. El pueblo floreció en armonía.
Ira, Furor y Envidia son fuerzas destructivas que amenazan la paz interior y comunitaria. La ira, aunque intensa, puede controlarse con calma y reflexión. El furor, ciego e impulsivo, se apaga con humildad y contención. Pero la envidia, la más peligrosa, corroe el alma al compararnos con otros, robándonos la alegría. Proverbios 27:4 nos advierte de su poder insidioso, capaz de derribar incluso a los fuertes.
La alternativa es clara: cultivar gratitud, paciencia y amor. La gratitud nos centra en nuestras bendiciones, apagando la envidia. La paciencia doma la ira, y la humildad frena el furor. Al abrazar estas virtudes, construimos vidas, familias, iglesias y comunidades llenas de paz, donde el veneno de esta tríada no encuentra lugar para crecer.
Hoy mismo, evalúa si ha dejado lugar por esta tríada tan peligrosa, y si están presentes en su vida, arrepiéntese de inmediato.
Leer: Proverbios 18, 27-29
¿Con qué compara el justo confiado? Explicar porque cree que usó esta comparación.