Devocional prueba
Andando fiel hasta el final
“Bien, buen siervo y fiel; sobre poco has sido fiel, sobre mucho te pondré; entra en el gozo de tu Señor”.
Mateo 25:21
Adoniram Judson es uno de los ejemplos más poderosos de fidelidad cristiana a largo plazo. Su vida nos recuerda que el llamado de Dios no siempre viene acompañado de resultados rápidos, comodidad o reconocimiento, pero sí de una promesa segura: Dios usa la obediencia perseverante para cumplir Sus propósitos eternos.
Judson nació en 1788 en Estados Unidos, en un hogar cristiano. Brillante intelectualmente, llegó a cuestionar la fe durante su juventud, pero Dios lo trajo de regreso con convicción profunda. Movido por un deseo ardiente de llevar el evangelio a quienes nunca habían oído el nombre de Cristo, se convirtió en uno de los primeros misioneros enviados desde América al extranjero. En 1812, junto con su esposa Ann Hasseltine, partió hacia Birmania (actual Myanmar), una tierra cerrada, hostil al cristianismo y profundamente arraigada en el budismo.
Los primeros años fueron devastadores. Judson aprendió uno de los idiomas más difíciles del mundo sin materiales previos, y pasó siete años completos antes de ver a su primer convertido. Durante ese tiempo enfrentó enfermedades tropicales, pobreza extrema, aislamiento y oposición constante. Su esposa Ann murió tras años de sufrimiento, dejándola profundamente quebrantado. Más adelante, su segunda esposa, Sarah, también falleció debido a la enfermedad y al desgaste del campo misionero. El costo del llamado fue alto y doloroso.
Durante un período especialmente oscuro, Judson fue encarcelado injustamente, encadenado, golpeado y mantenido en condiciones inhumanas. Aun así, no renunció a su llamado. Continuó confiando en que Dios estaba obrando, aunque él no pudiera verlo. Su vida parecía marcada más por el sufrimiento que por el éxito, pero Judson entendió una verdad esencial: la fidelidad no se mide por resultados inmediatos, sino por una obediencia constante y rendida al Señor.
Judson perseveró hasta el final de su vida. Murió en 1850, después de casi cuarenta años de servicio misionero. A los ojos humanos, su ministerio pudo parecer lento y excesivamente costoso. Sin embargo, con el paso del tiempo, los frutos de su fidelidad comenzaron a hacerse evidentes y siguen siendo visibles hasta hoy.
Judson tradujo toda la Biblia al idioma birmano, una obra que continúa siendo la base del cristianismo en Myanmar. La iglesia que ayudó a establecer se multiplicó con los años, y hoy existen cientos de millas de creyentes birmanos que reconocen que el evangelio llegó a su nación a través de su sacrificio. Además, su testimonio de perseverancia inspiró a generaciones enteras de misioneros alrededor del mundo, y el sacrificio compartido con sus esposas abrió puertas al evangelio donde antes no había ninguna.
Adoniram Judson no vivió para ver todo el impacto de su fidelidad, pero terminó su carrera confiando plenamente en Dios. Su vida nos confronta al final de este año con una pregunta profunda: ¿estamos dispuestos a ser fieles aun cuando no vemos resultados inmediatos?
Terminar bien no significa terminar sin cicatrices, sino terminar confiando. Dios honra la obediencia perseverante. Lo que se siembra con lágrimas, Él lo hace florecer a Su tiempo. Judson terminó su carrera, y hoy seguimos viendo el fruto.
Vale la pena ser fiel hasta el final.
Vídeo de hoy: https://youtu.be/CoAAC-wNJ1w
Leer: 2 Juan, 3 Juan, Proverbios 27
¿Qué tres cualidades se repiten o destacan en 2 y 3 Juan como evidencias de una vida cristiana saludable?
“Bien, buen siervo y fiel; sobre poco has sido fiel, sobre mucho te pondré; entra en el gozo de tu Señor”.
Mateo 25:21
Adoniram Judson es uno de los ejemplos más poderosos de fidelidad cristiana a largo plazo. Su vida nos recuerda que el llamado de Dios no siempre viene acompañado de resultados rápidos, comodidad o reconocimiento, pero sí de una promesa segura: Dios usa la obediencia perseverante para cumplir Sus propósitos eternos.
Judson nació en 1788 en Estados Unidos, en un hogar cristiano. Brillante intelectualmente, llegó a cuestionar la fe durante su juventud, pero Dios lo trajo de regreso con convicción profunda. Movido por un deseo ardiente de llevar el evangelio a quienes nunca habían oído el nombre de Cristo, se convirtió en uno de los primeros misioneros enviados desde América al extranjero. En 1812, junto con su esposa Ann Hasseltine, partió hacia Birmania (actual Myanmar), una tierra cerrada, hostil al cristianismo y profundamente arraigada en el budismo.
Los primeros años fueron devastadores. Judson aprendió uno de los idiomas más difíciles del mundo sin materiales previos, y pasó siete años completos antes de ver a su primer convertido. Durante ese tiempo enfrentó enfermedades tropicales, pobreza extrema, aislamiento y oposición constante. Su esposa Ann murió tras años de sufrimiento, dejándola profundamente quebrantado. Más adelante, su segunda esposa, Sarah, también falleció debido a la enfermedad y al desgaste del campo misionero. El costo del llamado fue alto y doloroso.
Durante un período especialmente oscuro, Judson fue encarcelado injustamente, encadenado, golpeado y mantenido en condiciones inhumanas. Aun así, no renunció a su llamado. Continuó confiando en que Dios estaba obrando, aunque él no pudiera verlo. Su vida parecía marcada más por el sufrimiento que por el éxito, pero Judson entendió una verdad esencial: la fidelidad no se mide por resultados inmediatos, sino por una obediencia constante y rendida al Señor.
Judson perseveró hasta el final de su vida. Murió en 1850, después de casi cuarenta años de servicio misionero. A los ojos humanos, su ministerio pudo parecer lento y excesivamente costoso. Sin embargo, con el paso del tiempo, los frutos de su fidelidad comenzaron a hacerse evidentes y siguen siendo visibles hasta hoy.
Judson tradujo toda la Biblia al idioma birmano, una obra que continúa siendo la base del cristianismo en Myanmar. La iglesia que ayudó a establecer se multiplicó con los años, y hoy existen cientos de millas de creyentes birmanos que reconocen que el evangelio llegó a su nación a través de su sacrificio. Además, su testimonio de perseverancia inspiró a generaciones enteras de misioneros alrededor del mundo, y el sacrificio compartido con sus esposas abrió puertas al evangelio donde antes no había ninguna.
Adoniram Judson no vivió para ver todo el impacto de su fidelidad, pero terminó su carrera confiando plenamente en Dios. Su vida nos confronta al final de este año con una pregunta profunda: ¿estamos dispuestos a ser fieles aun cuando no vemos resultados inmediatos?
Terminar bien no significa terminar sin cicatrices, sino terminar confiando. Dios honra la obediencia perseverante. Lo que se siembra con lágrimas, Él lo hace florecer a Su tiempo. Judson terminó su carrera, y hoy seguimos viendo el fruto.
Vale la pena ser fiel hasta el final.
Vídeo de hoy: https://youtu.be/CoAAC-wNJ1w
Leer: 2 Juan, 3 Juan, Proverbios 27
¿Qué tres cualidades se repiten o destacan en 2 y 3 Juan como evidencias de una vida cristiana saludable?

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