El Pecado de la Impaciencia


“Viendo el pueblo que Moisés tardaba en descender del monte, se acercaron entonces a Aarón, y le dijeron: Levántate, haznos dioses que vayan delante de nosotros; porque a este Moisés, el varón que nos saco de la tierra de Egipto, no sabemos que le haya acontecido. Y Aarón les dijo: Apartad los zarcillos de oro que están en las orejas de vuestras mujeres, de vuestros hijos y de vuestras hijas, y traédmelos”.

Éxodo 32:1-2


Cuando tomamos las cosas en nuestras propia manos, en vez de esperar que Dios obre en Su tiempo, lo que sigue es el desastre. Los hijos de Israel adoraron al becerro de oro que hizo Aarón, porque ellos no fueron pacientes en esperar que Moisés regresara del Monte Sinaí, donde él estaba recibiendo la Ley de Dios. Su impaciencia los llevó a la idolatría y la inmoralidad.


G. Campbell Morgan escribió: “Esperar en Dios no es tener pereza. Esperar en Dios no es dormir. Esperar en Dios no es abandonar el esfuerzo. Esperar en Dios significa: primero, la actividad bajo un mandato, segundo, la preparación para cualquier nuevo mandato que surgiera, tercero, la capacidad de no hacer nada hasta que el mandato es dado”.


Vivimos en una cultura impaciente que recompensa la prisa y las ocupaciones. Ciertamente no debemos usar esta excusa de esperar en Dios para no hacer lo que ya sabemos que Él quiere que hagamos. Pero debemos ser cuidadosos en no proveer soluciones y escoger tomar pasos alejándonos de Su plan. Piense en la tensión que todavía existe en el mundo hoy más de cuatro mil años después que Abraham y Sara decidieron involucrar a Agar en producir el hijo que Dios les había prometido. La enemistad entre los descendientes de Ismael e Isaac no existiera si ellos hubieran sido pacientes en esperar que Dios hiciera lo que dijo que haría.


El Principio de hoy para permanecer Arraigado: No corra delante de Dios hoy, aunque Dios no está temprano, Él nunca esta tarde.