Olvidar y Recordar


“Y nacieron a José dos hijos antes que viniese el primer año del hambre, los cuales le dio a luz Asenat, hija de Potifera sacerdote de On. Y llamó José el nombre del primogénito, Manasés; porque dijo: Dios me hizo olvidar todo mi trabajo, y toda la casa de mi padre. Y llamó el nombre del segundo, Efraín; porque dijo: Dios me hizo fructificar en la tierra de mi aflicción”.

Génesis 41:50-52


Un viejo dicho amonesta que debemos aprender a escribir nuestras heridas en la arena y esculpir nuestras bendiciones en piedra. Gran parte de nuestra felicidad y alegría no se encuentra en lo que tenemos o no tenemos, sino más bien en donde decidimos poner nuestra atención. Hay cosas que debemos olvidar y cosas que debemos recordar, sin embargo, nuestra tendencia muy a menudo es invertir los dos.


Toda persona que ha vivido ha tenido problemas y luchas con los que tratar. “…El hombre nace para la aflicción”, nos dice Job 5:7. Pero no tenemos que recordar y reproducir nuestros problemas una y otra vez en nuestras mentes. En su lugar podemos concentrarnos en nuestras bendiciones, que es la clave para vivir una vida productiva y feliz. Las personas que están atrapadas en el dolor del pasado nunca serán fructíferas. El punto no es que los dolores no son reales, sino que nuestras mentes no deben centrarse en ese dolor.


Como antídoto para los problemas del pasado que nos abruman, la Biblia nos manda a estar agradecidos. Una y otra vez las Escrituras nos dicen que hay que recordar lo que Dios ha hecho. El salmista instruye en el Salmo 103:2, “…No olvides ninguno de sus beneficios”. Al fijar nuestros pensamientos y nuestra atención sobre las muchas cosas buenas que Dios ha hecho por nosotros, podemos comenzar el proceso de apartarnos del doloroso pasado en un futuro fructífero.


Principio de hoy para permanecer Arraigado: Concéntrese en recordar las muchas bendiciones que ha recibido, y le resultará más fácil olvidar los dolores del pasado.