La compasión hace la diferencia

"Ríos de aguas echan mis ojos por el quebrantamiento de la hija de mi pueblo. Mis ojos destilan y no cesan, porque no hay alivio Hasta que Jehová mire y vea desde los cielos; Mis ojos contristaron mi alma por todas las hijas de mi ciudad". Lamentaciones 3:48-51


Leí sobre una señora mayor que iba con frecuencia a una sucursal particular de la oficina de correos en su ciudad porque los empleados de allí eran muy amables. Un año, justo antes de Navidad, estaba parada en una larga fila para comprar sellos. Otra persona que estaba en la fila inició una conversación con ella y descubrió por qué estaba allí. Él le recordó que había una máquina de estampillas en el vestíbulo que ella podía usar para evitar la línea. "Lo sé", respondió ella, "¡pero la máquina no me pregunta acerca de mi artritis!"


Las personas de hoy tienen más formas de comunicarse y conectarse que nunca, pero vivimos en una sociedad llena de personas que están solas y que desean desesperadamente que alguien se preocupe por ellas. Con miles de millones de personas en el planeta, la mayoría tiene pocos amigos verdaderos. El mundo se ha centrado cada vez más en el proceso y el progreso, y como resultado, a menudo faltan relaciones personales significativas.


Este anhelo de que alguien se preocupe genuinamente es una puerta abierta para los cristianos preocupados que buscan oportunidades para ser testigos. Judas escribió: “A algunos que dudan, convencedlos” Judas 1:22. Cuando observamos la vida de Cristo, vemos que Sus interacciones con las personas se caracterizaron por una preocupación genuina por sus necesidades. En la tumba de Lázaro, sabiendo que estaba a punto de resucitar a su amigo de la muerte, Jesús todavía lloraba por la pena y el dolor de la familia afligida. El mundo perdido que nos rodea necesita escuchar y ver un mensaje de compasión y esperanza.


Principio para renovarse hoy: Si demuestra un genuino cuidado y compasión por los demás, no le faltará gente a la que pueda dar testimonio.


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